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Juicios

31/3/2016

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En una aldea había un anciano muy pobre, pero hasta los reyes lo envidiaba porque poseía un hermoso caballo blanco…


Los reyes le ofrecieron cantidades fabulosas por el caballo pero el hombre decía:Para mí, él no es un caballo, es una persona. ¿Y cómo se puede vender a una persona, a un amigo?. Era un hombre pobre pero nunca vendió su caballo.
Una mañana descubrió que el caballo ya no estaba en el establo. Todo el pueblo se reunió diciendo:Viejo estúpido.
Sabíamos que algún día le robarían su caballo. Hubiera sido mejor que lo vendieras. ¡Qué desgracia!‖.
-No vayáis tan lejos-dijo el viejo-Simplemente decid que el caballo no estaba en el establo. Este es el hecho, todo lo demás es vuestro juicio.
Si es una desgracia o una suerte, yo no lo sé, porque esto apenas es un fragmento. ¿Quién sabe lo que va a suceder mañana?.
La gente se rió del viejo. Ellos siempre habían sabido que estaba un poco loco. Pero después de 15 días, una noche el caballo regresó. No había sido robado, se había escapado. Y no solo eso sino que trajo consigo una docena de caballos salvajes.
Feliz jueves¡¡¡
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Haz limpieza y renueva tu vida

29/3/2016

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Un antiguo proverbio Chino dice: Para que tú puedas beber vino en una copa que se encuentra llena de té, es necesario primero tirar el té y entonces podrás servir y beber el vino…

Limpia tu vida, comienza por las gavetas, armarios, hasta llegar a aquellas personas del pasado que no tienen más sentidos que sigan ocupando un espacio en tu mente.
Exígete a ti mismo lo que te gustaría exigirles a los demás, y a los demás déjalos tranquilos sin esperar nada de ellos, así te ahorraras disgustos.
No te quejes con tu Dios diciéndole que tienes un gran problema, dile a tu problema que tienes un gran Dios, y ese Dios eres tú.
Feliz miércoles¡¡¡
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La cuerda de la vida

29/3/2016

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Cuentan que un alpinista desesperado por conquistar el Aconcagua, inició su travesía después de años de preparación. Pero quería la gloria para él solo, por lo tanto subió sin compañeros. Empezó a subir y se le fue haciendo tarde, y más tarde…


No se preparó para acampar, sino que siguió subiendo decidido a llegar a la cima, hasta que se hizo la oscuridad. La noche cayó con gran pesadez en la altura de la montaña; ya no podía ver absolutamente nada. Todo era negro, cero visibilidad, no había luna y las estrellas estaban cubiertas por las nubes.
Subiendo por un acantilado, a solo 100 metros de la cima, resbaló y se desplomó por los aires…Caía a una velocidad vertiginosa, sólo podía ver veloces manchas más oscuras que pasaban en la misma oscuridad y la terrible sensación de ser succionado por la gravedad.
Seguía cayendo… y en esos angustiantes momentos, le pasaron por su mente todos los gratos y no tan gratos momentos de su vida. Pensaba que iba a morir; sin embargo, de repente sintió un tirón muy fuerte que casi lo partió en dos…Sí, como todo alpinista experimentado, había clavado estacas de seguridad con candados a una larguísima soga que lo amarraba de la cintura. Después de un momento de quietud, suspendido por los aires, gritó con todas sus fuerzas: -¡¡¡Ayúdame Dios mío!!!…
De repente una voz grave y profunda de los cielos le contestó: -¿ QUÉ QUIERES QUE HAGA, HIJO MIO ?
-Sálvame, Dios mío ―
-¿REALMENTE CREES QUE TE PUEDA SALVAR? -Por supuesto, Señor ―
-ENTONCES CORTA LA CUERDA QUE TE SOSTIENE…
Hubo un momento de silencio y quietud. El hombre se aferró más a la cuerda y reflexionó…
Cuenta el equipo de rescate que al día siguiente encontraron colgado a un alpinista muerto, congelado, agarrado
fuertemente con las manos a una cuerda…A TAN SOLO DOS METROS DEL SUELO…
¿Y tú ? ¿Qué tan confiado estás de tu cuerda? ¿Por qué no la sueltas?
Feliz viernes¡¡¡
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Somos puro amor, pura luz

29/3/2016

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Hace tres mil años había un ser humano, igual que tú y yo, que vivía cerca de una ciudad rodeada de montañas.


Este ser humano estudiaba para convertirse en un chamán, para aprender el conocimiento de sus ancestros, pero no estaba totalmente de acuerdo con todo lo que aprendía… En su corazón sentía que debía haber algo más…
Un día, mientras dormía en una cueva, soñó que veía su propio cuerpo durmiendo. Salió de la cueva a una noche de luna llena. El cielo estaba despejado y vio una infinidad de estrellas…
Entonces, algo sucedió en su interior que transformó su vida para siempre… Se miró las manos, sintió su cuerpo y oyó su propia voz que decía… “Estoy hecho de luz, estoy hecho de estrellas”…
Miró el cielo de nuevo y se dio cuenta de que no son las estrellas las que crean la luz, sino que es la luz la que crea las estrellas….
“Todo está hecho de luz dijo y el espacio de en medio no está vació…”
Y supo que todo lo que existe es un ser viviente, y que la luz es la mensajera de la vida, porque está viva y contiene toda la información…
Entonces se dio cuenta de que, aunque estaba hecho de estrellas, él no era esas estrellas… “Estoy en medio de las estrellas” pensó…
Así que llamó a las estrellas “el tonal” y a la luz que había entre las estrellas “el nagual”… y supo que lo que creaba la armonía y el espacio entre ambos es la Vida o Intento…
¡Sin vida, “el tonal” y “el nagual” no existirían! La vida es la fuerza de lo absoluto, lo supremo, la Creadora de todas las cosas…
Esto es lo que descubrió… ¡Todo lo que existe es una manifestación del ser viviente el que llamamos Dios!… ¡Todas las cosas son Dios!… Y llego a la conclusión de que “la percepción humana es sólo luz que percibe luz”…
También se dio cuenta “de que la materia es un espejo”, “todo es un espejo que refleja luz y crea imágenes de esa luz”… y el mundo de la ilusión, el Sueño, es tan sólo como un humo que nos impide ver lo que realmente somos… “Lo que realmente somos es puro Amor, pura Luz” dijo…
¡Este descubrimiento cambió su vida!… Una vez supo lo que en verdad era, miró a su alrededor y vio a otros seres humanos y al resto de la naturaleza, y le asombró lo que vio…
¡Se vio a sí mismo en todas las cosas… en cada ser humano, en cada animal, en cada árbol, en el agua, en la lluvia, en las nubes, en la Tierra!…
Y vio que la Vida mezclaba el tonal y el nagual de distintas maneras, para crear millones de manifestaciones de Vida…
En esos instantes lo comprendió todo… Se sentía entusiasmado y su corazón rebosaba paz… Estaba impaciente por revelar a su gente lo que había descubierto. Pero no había palabras para explicarlo…
Intentó describirlo a los demás, pero no lo entendían… ¡Vieron que había cambiado, que algo muy bello irradiaba de sus ojos y de su voz!… ¡Comprobaron que ya no emitía juicios sobre nada ni nadie.
Ya no se parecía a nadie!… Él los comprendía muy bien a todos, pero a él nadie lo comprendía… Creyeron que era una encarnación de Dios,… al oírlo, él sonrió y dijo… “Es cierto…Soy Dios… Pero vosotros también lo sois. Todos somos iguales…
Somos imágenes de luz… Somos Dios”… Pero la gente seguía sin entenderlo…
Había descubierto que era un espejo para los demás, un espejo en el que podía verse a sí mismo… “Cada uno es un espejo”, dijo… ¡Se veía en todos, pero nadie se veía a sí mismo en él!…
Y comprendió que todos soñaban pero sin tener conciencia de ello, sin saber lo que realmente eran… No podían verse a ellos mismos en él, porque había un muro de niebla o humo entre los espejos… Y ese muro de niebla está construido por la interpretación de las imágenes de luz, el Sueño de los seres humanos…
Entonces supo que pronto olvidaría todo lo que había aprendido… Quería acordarse de todas las visiones que había tenido, así que decidió llamarse a si mismo “Espejo Humeante”, para recordar siempre que la materia es un espejo, y que el humo que hay en medio, es lo que nos impide saber qué somos…
Y dijo… “Soy Espejo Humeante porque me veo en todos vosotros, pero no nos reconocemos mutuamente, por el humo que hay entre nosotros..
Ese humo es el Sueño, y el espejo eres tú… el soñador…”
(Miguel Ruiz Extracto del Libro los Cuatro Acuerdos)
Feliz martes¡¡¡
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¿A qué estás aplicando tu inteligencia?

29/3/2016

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Una tarde la gente vio a Rabiya buscando algo en la calle frente a su choza. Todos se acercaron a la pobre anciana, ¿Qué pasa? le preguntaron…


¿qué estás buscando?
―Perdí mi aguja‖, dijo ella. Y todos la ayudaron a buscarla.
Pero alguien le preguntó: ―Rabiya, la calle es larga, pronto no habrá más luz. Una aguja es algo muy pequeño ¿porqué no nos dices exactamente dónde se te cayó?.
―Dentro de mi casa‖, dijo Rabiya.
―¿Te has vuelto loca? preguntó la gente
Si la aguja se te ha caído dentro de tu casa, ¿porqué la buscas aquí afuera?.
―Porque aquí hay luz, dentro de la casa no hay.
―Pero aun habiendo luz, ¿cómo podremos encontrar la aguja aquí si no es aquí donde la has perdido? Lo correcto sería llevar una lámpara a la casa y buscar allí la aguja.
Y Rabiya se rió.
―Sois tan inteligentes para las cosas pequeñas ¿cuándo vais a utilizar esta inteligencia para vuestra vida interior?
Os he visto a todos buscando afuera y yo sé perfectamente bien, lo sé por mi propia experiencia que lo que buscáis está perdido dentro. Usad vuestra inteligencia ¿porqué buscáis la felicidad en el mundo externo? ¿Acaso lo habéis perdido allí?
Se quedaron sin palabras y Rabiya desapareció dentro de su casa.


Feliz martes¡¡¡
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El dilema

23/3/2016

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Un hombre estaba perdido en el desierto, destinado a morir de sed. Por suerte, llegó a una cabaña vieja, desmoronada sin ventanas, sin techo. El hombre anduvo por ahí y se encontró con una pequeña sombra donde acomodarse para protegerse del calor y el sol del desierto…


Mirando a su alrededor, vio una vieja bomba de agua, toda oxidada. Se arrastró hacia allí, tomó la manivela y comenzó a bombear, a bombear y a bombear sin parar, pero nada sucedía.
Desilusionado, cayó postrado hacia atrás, y entonces notó que a su lado había una botella vieja. La miró, la limpió de todo el polvo que la cubría, y pudo leer que decía: “Usted necesita primero preparar la bomba con toda el agua que contiene esta botella mi amigo, después, por favor tenga la gentileza de llenarla nuevamente antes de marchar”.
El hombre desenroscó la tapa de la botella, y vio que estaba llena de agua… ¡llena de agua! De pronto, se vio en un dilema: si bebía aquella agua, él podría sobrevivir, pero si la vertía en esa bomba vieja y oxidada, tal vez obtendría agua fresca, bien fría, del fondo del pozo, y podría tomar toda el agua que quisiese, o tal vez no, tal vez, la bomba no funcionaría y el agua de la botella sería desperdiciada.
¿Qué debiera hacer? ¿Derramar el agua en la bomba y esperar a que saliese agua fresca… o beber el agua vieja de la botella e ignorar el mensaje? ¿Debía perder toda aquella agua en la esperanza de aquellas instrucciones poco confiables escritas no sé cuánto tiempo atrás?
Al final, derramó toda el agua en la bomba, agarró la manivela y comenzó a bombear, y la bomba comenzó a rechinar, pero ¡nada pasaba! La bomba continuaba con sus ruidos y entonces de pronto surgió un hilo de agua, después un pequeño flujo y finalmente, el agua corrió con abundancia… Agua fresca, cristalina. Llenó la botella y bebió ansiosa mente, la llenó otra vez y tomó aún más de su contenido refrescante.
Enseguida, la llenó de nuevo para el próximo viajante, la llenó hasta arriba, tomó la pequeña nota y añadió otra frase: “Créame que funciona, usted tiene que dar toda el agua, antes de obtenerla nuevamente”.


Feliz miércoles¡¡¡
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El sol que lo ilumina todo

21/3/2016

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Según cuenta la leyenda, había una vez un pueblo donde siempre llovía. De día o de noche, en invierno o en verano, año tras año llovía. Los habitantes del lugar ya estaban acostumbrados pues no conocían otro clima. Para ellos no era un castigo o una bendición: era natural…


Tan natural, que el gris de las nubes era también el gris del suelo, de las paredes, de los árboles; todo estaba teñido con los distintos matices del mismo color.
Se dice que los bebés nacían rosaditos y sonrientes, pero al poco tiempo sus facciones se endurecían y su piel se volvía como la de los adultos.
Los más viejos del pueblo contaban que no siempre había estado lloviendo. Según ellos en el cielo había algo llamado Sol que solía iluminarlo todo, aunque la gruesa capa de nubarrones no permitía verlo. Los chicos escuchaban atentamente, pero dejaban de hacerlo cuando los grandes se burlaban de ellos y nunca más volvían a hablar del asunto.
Unos pocos (los más viejos entre los viejos) agregaban que, si alguien lograba pasar a través de las nubes, dejaría abierto un agujero que nunca más se cerraría por el cual entrarían los rayos del Sol trayendo el color y la vida a la tierra.
Estos mismos rayos, con el tiempo, se encargarían de dispersar la tormenta pudiendo así llegar a todos los rincones del pueblo.
Quien tuviera el valor para hacerlo, tendría el éxito asegurado.
Así dice la historia. Como sabemos, toda leyenda tiene una parte de verdad y corresponde a cada uno de nosotros descubrir cuál es.
El Sol brilla para todos, pero sólo lo ve aquel que abre los ojos….
(Autor: Claudio de Carlo)
Feliz lunes¡¡¡
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¿Y si fuera más fácil?

17/3/2016

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Cuando Sunna cumplió siete años, supo que su vida había terminado. Al menos la vida tranquila y pacífica de los niños pequeños, siempre requeridos para ayudar en algunas tareas cotidianas, pero libres a su vez para el juego y la Naturaleza.
En el pueblo de Sunna, todas las niñas, al cumplir su edad, pasaban a ser las responsables de traer el agua a la casa. La vasija que utilizaba su madre para este menester, un recipiente grande y panzudo, hecho de barro reforzado con paja, la miraba desde el interior de su casa diciéndole: “Soy tuyo, a partir de ahora estoy en tus manos“…


Ese día, Sunna hubiera preferido seguir durmiendo y no despertar, quedarse acurrucada en la tranquilidad letárgica del sueño, en ese mundo irreal y nebuloso sin sentidos, sin voces, sin miedos… pero se levantó. Alguien la sacudió con firmeza y el sueño dio paso al resplandor de la luz temprana.
  • Sunna, ya es hora -le dijo su madre- y se marchó enseguida.
Se estiró un poco y miró alrededor. Su hermano pequeño dormía plácidamente y su hermano mayor se daba la vuelta para continuar durmiendo. Se vistió despacio, y su madre volvió a aparecer por la puerta.
  • Sunna, hija, ¿sabes qué día es hoy verdad? Es tu séptimo cumpleaños. Las nieves han cubierto nuestras montañas durante siete inviernos y el sol las ha derretido en siete primaveras para traer agua a nuestros manantiales. Ha llegado el momento y tú has de recoger esa agua para la familia.
  • Madre, sabes que la fuente está lejos, hay que atravesar el bosque, donde todo es oscuridad, y aún soy pequeña.
  • Hija, todos crecemos alguna vez. Vamos.
Su madre le mostró la vasija del agua y le dijo que, después de comer algo, tenía que marcharse a buscar el agua porque había un largo camino. Sunna obedeció. Comió algo más de lo que solía porque sabía que tardaría en volver, incluso se guardó un poco para después. Sus hermanos correteaban a su alrededor y la vieron alejarse sorprendidos.
Caminaba despacio, con la vasija en la cabeza, pesadamente, como si no quisiera llegar nunca. El sol había salido ya, y cuando ilumanra desde el centro del cielo, Sunna sabía que podía estar de vuelta.
Pero había que atravesar el bosque.
Cuando divisó los primeros árboles, sintió un escalofrío. Era una mancha tupida de color verdoso y gris que destacaba sobre el ocre del suelo y el azul brillante del cielo. La mancha crecía y pronto se elevó sobre ella. Percibió sombras y sonidos nuevos, y se levantó un golpe de viento que venía de lo más profundo y la sacudió.
  • No puedo -gritó.
No puedo. Soltó la vasija, cerró los ojos con fuerza y echó a correr en la dirección opuesta, ciega, con la oscuridad de la que huía dentro de sus ojos. Y corrió, corrió sin parar hasta que algo la sujetó con firmeza y tuvo que abrir los ojos.
  • ¿Dónde vas así niña? ¿Qué te pasa?
Una mujer mayor pero no anciana la miraba con curiosidad.
  • ¡Oh, me he asustado de un gran ruido, quizá un trueno o un animal salvaje, y he corrido sin mirar atrás.
  • Ni hacia delante hija. Si no te sujeto, te habrías caído al lago.
Detrás de la mujer se extendía una masa de agua que ocupaba casi todo.
  • ¿Quién eres? ¿Qué haces tú sola?
  • Me llamo Sunna, y voy … a visitar unos parientes.
En los ojos de la mujer brilló un destello de sombra pero Sunna no lo vio porque le daba miedo mirar de frente.
  • Bien, Sunna “que corre con los ojos cerrados y visita parientes lejanos”, ¿quieres sentarte a mi lado y hacerme compañía? Toma, come algo y te contaré una historia…
Y escuchó muchas.
De animales, de hombres y mujeres, de dioses…
… y no sentía nada, sólo un cierto frescor en los pies, los tenía dentro del agua y no se daba cuenta, era dulce estar así.
De pronto, sintió un fuerte dolor en la mano. Una piedra había caído del cielo, un gran pájaro blanco se alejaba graznando.
  • ¡Qué dolor! -su mano, casi transparente, estaba roja.
  • ¡Qué uñas más largas! -se miró en el agua-. ¡Qué cabellos tan sucios!
La mujer mayor la miraba en silencio y la sombra bailaba en sus ojos.
Y Sunna la vió.
  • ¡El agua, mi vasija!
  • He de irme -dijo, y se alejó lo más rápido que pudo.
Le dolia todo el cuerpo y le costaba caminar. -Qué sucia estoy -pensó y se agachó a lavarse, a frotarse las manos y el pelo. Se sintió mejor y tomó un camino que se alejaba del lago.
  • Debería volver, me estarán esperando, pero… el bosque, el bosque.
Cavilando en todo esto, llegó a las puertas de un pueblo parecido al suyo, sólo que detrás de él se erguía una montaña no muy alta, de color marrón rojizo, coronada por nubes de humo gris, casi negro.
En seguida encontró un grupo de niños jugando que la rodearon, invitándola a estar con ellos. Y jugaron sin parar hasta que llegó la noche.
Y así fluyeron los días; cada noche descansaba en una casa y hacie le preguntaba su nombre ni adónde iba.
Y jugó, jugó…
Y el tiempo pasó.
La mañana que la montaña habló, Sunna se dio cuenta de que se había cansado de jugar.
  • ¿Qué es ese temblor? -preguntó a los demás niños.
  • Es la montaña que habla -le contestaron-. ¿Y qué dice? -dijo ella.
  • No sabemos, no le entendemos. Cuando habla bajito, como ahora, no hacemos caso; pero cuando grita fuerte, tenemos miedo y estamos en casa sin salir hasta que calla.
  • Eso no está bien -habló Sunna-. La montaña está aquí cerca, podemos llegar hasta ella y ver qué quiere.
  • Oh, no. Nadie ha hecho eso nunca -dijeron todos los niños.
  • Yo iré, y le preguntaré qué le pasa.
Salió del pueblo dejando atrás los niños, las casas y pronto llegó a las mismas faldas de la montaña, que emitía un ruido sordo y constante. Esta era completamente pétrea, pura roca, no se veía árbol, brizna de hierba o matorral espinoso que creciera por algún sitio.
  • ¡Qué roca más bonita, tiene un hermoso color rojo oscuro! -se dijo Sunna- y comenzó a trepar, buscando la forma más sencilla de llegar hasta la cima. No fue fácil, pero vio que sus brazos eran más largos, y le costaba menos llegar a los salientes donde tenía que agarrarse. Cuando ya estaba bastante cansada, llegó a una msesta hecha de roca pulverizada, suave arena que se escurría entre los dedos de sus pies y desde allí, próxima, divisó la montaña, porque ella tampoco lo había hecho nunca. Cuando llegó arriba, supo lo que tenía que decir.
  • ¿Cómo te llamas montaña? ¿Qué te pasa? -habló.
  • Me llamo Diamante Encendido y estoy llorando porque estoy sola. A veces estoy tan triste que mi corazón se rompe en trocitos ardientes que pugnan por salir y fluir como lágrimas humanas.
Sunna miró a su alrededor, dirigió sus ojos hasta las líneas del horizonte y vio que también estaba sola.
  • No -le dijo-. No.
  • Yo estoy contigo… y el viento que acaricia tus laderas, y el rocío que las baña cada mañana, y el sol que las calienta al mediodía. Nunca has estado sola.
  • Ningún humano viene a visitarme.
  • Y estoy aquí, pero tu llanto les asusta. Si dejas de llorar ellos vendrán a conocerte.
  • ¿Y tú quien eres, niña-mujer?
  • Soy Sunna, la niña que también tenía miedo, pero he de marcharme. Un bosque y una fuente me esperan, y también mi familia.
  • Toma Sunna, le dijo la montaña, te regalo mi última lágrima, la más hermosa.
Ella se agachó para recoger una piedra transparente llena de reflejos multicolores. La apretó fuerte en su mano, extendió los brazos hasta el cielo y bajó, bajó, bajó… hasta que divisó el Bosque que tanto temía.
  • No es tan oscuro -se dijo-. Ni tan enmarañado. Hay muchos arbustos y árboles pequeños. Vio oquedades, madrigueras de animalillos, árboles ancianos y sabios que ondulaban sus ramas al verla pasar. Distraída, tropezó con algo duro.
  • Uf, ¡la vasija! -se alegró de que aún estuviera allí.
  • No se ha roto -la colocó sobre su cabeza y le pareció muy ligera.
  • Vamos -y comenzó a caminar.
(Autora: Eulalia Lozano, del libro “Cuentos que Curan”, Editorial Océano, 2007)
Feliz jueves¡¡¡
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El arte de manejar las circunstancias

16/3/2016

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En un pasaje de la película “The Matrix”, el personaje principal, Neo, le pregunta a su maestro Morfeo: “¿Esto no es real?” y Morfeo le responde: “¿Qué es real? ¿Cómo defines lo real? Si te refieres a lo que percibes a través de tus sentidos, a lo que tocas, hueles, gustas, escuchas o ves, eso no son más que señales eléctricas que interpreta tu cerebro”…

Si ni siquiera podemos confirmar la realidad que captan nuestros sentidos, si en verdad el mundo material y externo es ilusorio, un conglomerado de energía que entra en contacto con nuestro limitado aparato sensorial y que toma así cierta apariencia, ¿qué podemos decir entonces de la realidad psicológica que nos hace sentir según se presenten las circunstancias del contexto?
“Allí afuera” existen hechos que no vienen con la etiqueta de “lo bueno”, “lo malo”, “lo lindo”, “lo feo”, “lo agradable”, “lo detestable”. Los hechos simplemente… son. Nuestros filtros de interpretación, nuestros condicionamientos psicológicos, son los que imponen significados a las circunstancias.
A partir de dichos significados, se dispara una serie de reacciones mentales/emocionales que nos producen la sensación de placer o dolor, de agrado o desagrado, de felicidad o tristeza.
Para el que percibe, estas sensaciones crean su realidad psicológica, aunque como vemos, en un nivel profundo, no son más que ficciones, interpretaciones que nuestros programas inconscientes realizan por nosotros.
Así como estamos limitados en nuestra capacidad para percibir “todo lo que existe”, así también nuestros condicionamientos psicológicos limitan nuestro espectro de vivencias, condenándonos a reaccionar automáticamente de acuerdo a los inventarios de significados mentales y emocionales almacenados en nuestra memoria, creando así una sensación de realidad psicológica basada en automatismos ilusorios, perdiendo la “Felicidad de la Mirada Nueva”, tal como dicen algunos sabios de Oriente.
Si bien la “prisión de los sentidos” es un fenómeno natural y aceptable, no lo es igualmente el hecho de vivir atrapados entre los barrotes de una prisión construida de creencias, automatismos y condicionamientos psicológicos, lo que nos produce apego, conflicto, separación, infelicidad, dolor.
A lo largo de la historia, los sabios de la filosofía perenne observaron la ilusión en el mundo y en ellos mismos. Sometieron sus egos a la disolución que implica una seria auto-observación. Eliminaron así la carga del condicionamiento, es decir la auto-importancia del ego, encontrando al Ser Esencial.
Se dieron cuenta de que la Búsqueda no es exterior, que no se trata de construir ideas fantásticas sobre Dios, que el Camino a la Verdad consiste en quitarse la máscara del ego que condiciona, que impide ver las cosas como son, que sofoca al Rostro Primordial que ya está en uno mismo.
Observaron que las circunstancias adquieren significado a través de los programas interpretativos de un ego inflado que busca perpetuarse en su auto-importancia y ficción.
Se dice que el filósofo Rousseau había encontrado el gran secreto de la vida, lo que él llamaba “el arte de manejar las circunstancias”. Las circunstancias no son nunca el problema. El problema es la interpretación que hacemos de ellas.
Y esas interpretaciones, en general, ni siquiera nos pertenecen, ya que nos fueron grabadas por milenios de programaciones sociales, religiosas, étnicas, familiares y una larga lista de etcéteras condicionantes.
Observar en nosotros mismos la acción de dichos automatismos es comenzar la liberación, el Despertar, la transmutación de la reacción automática por la acción libre y presente.
¿Podemos mirar la realidad con una visión renovada, a cada instante, o la vivimos a través de filtros de percepción instalados en el pasado, estando así nuestro Ser Verdadero en ausencia?
¿Generamos Acción Presente, o tan sólo reaccionamos, como autómatas programables y esclavizados?
Finalmente, relacionando los dos “niveles de ilusión” que hemos comentado aquí, es interesante recordar uno de los secretos del Camino Interior que nos dice que “cuando alivianas tu mente del condicionamiento psicológico, también se expandirá la percepción de tus sentidos”.
Luis Alberto Vence
autor de “Los delfines plateados de la luna”



Feliz viernes¡¡¡
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El equipaje

16/3/2016

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Una antigua leyenda explica que tres hombres caminaban cargando, cada uno de ellos, con dos sacos sujetos a su cuello. Un saco colgaba por la parte anterior del cuello y el otro por la parte posterior, sobre la espalda…


Cuando al primero le preguntaron qué había en sus sacos, dijo:
  • Todo lo bueno que me han dado mis amigos se halla en el saco de atrás, ahí fuera de la vista. Por eso, al poco tiempo, me olvido de ello. El saco de enfrente, contiene todas las cosas desagradables que me han acontecido, todas las ofensas que me han infligido y, en mi andar, me detengo con frecuencia, extraigo estas cosas y las miro desde todos los ángulos posibles. Me concentro en los elementos de mi saco anterior, los estudio, dirijo todos mis pensamientos y sentimientos hacia ellos.
Su respuesta explicaba por qué el primer hombre avanzaba muy poco en su camino: se detenía siempre para reflexionar sobre cosas desafortunadas que le habían sucedido en el pasado.
Cuando preguntaron al segundo hombre qué era lo que llevaba en sus sacos, él respondió:
  • En el saco de enfrente, están todas las buenas acciones que he hecho. Las llevo delante de mí y continuamente las ventilo y las exhibo para que todo el mundo las vea. En el saco de atrás llevo cargados todos mis errores, las ofensas y pesares. Cargo siempre con ambos sacos dondequiera que vaya. Es mucho lo que pesan y no me permiten avanzar con rapidez, pero, por alguna extraña razón, no puedo desprenderme de ellos.
Al preguntarle al tercer hombre sobre sus sacos, él contestó:
  • El saco que llevo delante está lleno de maravillosos pensamientos, acerca de la gente, los actos bondadosos que han realizado y todo lo bueno que he disfrutado en mi vida. Es un saco grande y está lleno, pero no pesa mucho. Su peso es como las velas de un barco, lejos de ser una carga, me ayuda a avanzar. Por otro lado, el saco que acarreo a mis espaldas está vacío, puesto que le he hecho un gran orificio en el fondo. En éste, pongo todo lo malo que escucho sobre los demás y sobre mí mismo. Todas estas cosas van saliendo por el agujero y se pierden para siempre, de modo que no hay peso que me haga más penoso el trayecto.
Podemos elegir el sendero que queremos recorrer. Podemos elegir con qué equipaje viajar. Nosotros decidimos qué cargamos y qué dejamos. Somos responsables de las consecuencias que se derivan de nuestras elecciones.
(Autoría: La leyenda pertenece a J.M. Templeton,y la adaptación es de Jaume Soler y Maria Mercè Conangla)
Feliz miércoles¡¡¡
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    Ángeles Prol
    Coach
    ​Consultora de Procesos Formadora Organizacional

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