Tanzan Y Ekido iban un día por un camino embarrado. Caía una fuerte lluvia. Al llegar a un recodo, se encontraron a una joven encantadora con kimono y faja de seda, que no podía atravesar el cruce…“Vamos, muchacha”, dijo Tanzan enseguida, y alzándola en brazos la pasó.
Ekido no volvió a hablar hasta la noche, cuando llegaron a alojarse en un templo. Entonces no pudo contenerse más. “Nosotros los monjes, no debemos acercarnos a las mujeres”, le dijo a Tanzan, “especialmente a las jóvenes y bonitas. Es peligroso. ¿Por qué hizo usted eso?”. “Yo dejé a la chica allá atrás”, dijo Tanzan. “¿Usted todavía la está cargando?”. Feliz miércoles¡¡¡
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Tras muchos años de estudio, Ibrahím era capaz de hablar y discutir sobre cualquier tema que estuviese relacionado con el sentido de la vida. Conocía las últimas teorías científicas acerca del comportamiento de la materia y, además dominaba las verdades reveladas de las diferentes religiones del planeta…
En cualquier reunión en donde Ibrahím se encontrase, todos los presentes comprobaban admirados que dominaba perfectamente el arte de analizar cualquier asunto; sobre todo, si éste se refería a los interrogantes más comunes de la humanidad, que él solía definir como: ¿A dónde vamos? ¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? Sin embargo, Ibrahím sentía que no había encontrado lo que realmente buscaba. No tenía paz interior y por más libros que leía, sabía que algo sutil e importante faltaba para calmar la sed que su corazón padecía. Muchas veces se preguntaba: ¿”De qué me sirve haber repasado las bibliotecas más prestigiosas y haber escuchado a los sabios más renombrados, si no me siento conectado con la paz profunda de la que hablan todos los textos”? Llego un día en el que Ibrahím se dijo: “Iré en busca del Maestro Interior de quien también se dice que se halla en lo más recóndito de mi Ser, para lo cual iniciaré un largo viaje y, a lo largo de las experiencias no casuales que espero vivir en el transcurso del mismo, se revelará lo que busco”. Así que sin pensárselo más, partió hacia el Este en un despejado amanecer de primavera. A los tres días de viaje, se encontró con un monje derviche que caminaba como él en la misma dirección. Al poco, éste habló y dijo: ¿”Quién eres y adónde te diriges”? “Yo soy Ibrahím y soy un peregrino que busca el Maestro Interior” A lo que el derviche contestó “Yo soy El-Faith y caminaré contigo” “Pero… ¿Puedes tú ayudarme a encontrar el maestro Interior”? dijo Ibrahim. A lo que el derviche respondió: “En muchos casos, el encuentro con el Maestro Interior depende de como se transforme el conocimiento teórico en experiencia, y, eso es algo que, a veces y, en parte, puede ser señalado por un compañero”. Al rato llegaron junto a un roble que se balanceaba de manera algo extraña. El derviche se detuvo y a los pocos instantes dijo: “Mira ese árbol. Parece estar diciendo: Algo me está lastimando, ¡Deteneos un rato y quitadlo de mi costado de manera que pueda encontrar reposo!” “Bah, tenemos prisa”, dijo Ibrahím con cierto desdén. “Además, ¿desde cuando los árboles se comunican con los hombres?” A las pocas horas de camino, el derviche dijo: “Cuando nos encontrábamos cerca del roble creí haber olfateado miel. Puede que la causa de tal olor sea un panal de abejas salvajes construido en un costado del árbol.” “Si eso fuera cierto”, dijo Ibrahím. “Volvamos de prisa para recoger toda la miel que podamos, tal delicioso alimento no sólo servirá para saciar nuestro apetito, sino que también podremos vender parte y paliar los gastos del camino”. Cuando llegaron nuevamente hasta el roble, vieron que otros viajeros habían ya descubierto el panal y estaban gozosos de haber encontrado cantidad tal, como para asegurar largo tiempo de marcha. Ibrahín refunfuñó confuso y frustrado, pero en vista de lo cual, siguió adelante en el camino Al poco tiempo, los dos hombres llegaron a una montaña en cuya ladera se escuchaba un zumbido. El derviche aproximó la oreja al suelo, y tras hacer una pausa, dijo: “Debajo de nosotros hay millones de hormigas construyendo una colonia. Ese zumbido es un pedido colectivo de ayuda. En el idioma de las hormigas significa”: “¡Ayudadnos!, ¡Ayudadnos!, Estamos excavando y nos hemos tropezado con rocas extrañas que detienen nuestro avance. ¡Ayudadnos a quitarlas de ahí!”. El derviche continuó y dijo: “¿Deberíamos detenernos a ayudar o tal vez prefieres que sigamos adelante? . “Hormigas y rocas no son asunto nuestro hermano, tenemos objetivos más importantes, pues yo por mi parte estoy buscando al Maestro Interior.” Contestó Ibrahím. “Como quieras”, dijo el derviche… “aunque se dice que todas las cosas están relacionadas y supongo que esto no debe ser ajeno a nuestras vidas”. Ibrahím no prestó atención a lo que aquel viejo que le acompañaba decía ente dientes, así que siguieron el camino. Pasadas unas horas, de pronto Ibrahím se dio cuenta de que había perdido su cuchillo. “Debe habérseme caído cuando me agaché cerca del hormiguero”, dijo. Así que volvieron sobre sus pasos buscando el cuchillo. Al llegar nuevamente al hormiguero no encontraron ni rastro del mismo, pero lo que sí encontraron fue a un grupo de personas, descansando junto a una enorme pila de monedas de oro que exclamaban con júbilo: “¡Mirad este tesoro que acabamos de desenterrar! Estábamos descansando en este lugar del camino cuando de repente, un anciano derviche, por cierto muy parecido al que te acompaña, nos dijo: Cavad en este lugar y encontraréis aquello que es roca para unos y oro para otros.” Ibrahím maldijo su suerte. “Si hubiéramos apartado la piedra del hormiguero, tú y yo habríamos sido ricos “¡Maldita sea!” A los pocos días de travesía, llegaron a orillas de un río. El derviche se detuvo y mientras se hallaban sentados esperando a la balsa que se disponía a cruzarlos, un pez emergió varias veces, boqueando en dirección hacia ellos. “Este pez”, dijo el derviche, “nos está enviando un mensaje que dice: Me he tragado una piedra, agarradme y dadme de comer aquella hierba”, dijo el derviche señalando unas matas, “así podré vomitarla y encontrar alivio. ¡Caminantes tened piedad!” En ese instante apareció la balsa que se disponía a cruzarlos e Ibrahím, impaciente por seguir adelante, empujó al derviche dentro de ella diciendo apresurado. “¡Crucemos! Al fin y al cabo, los peces no son asunto nuestro”. Una vez en la otra orilla, el barquero se sintió agradecido por la moneda recibida y les indicó un lugar cercano en el que podrían pasar la noche. A la mañana siguiente y poco después del amanecer, encontraron al barquero diciendo alborozado a un grupo de personas: “En la pasada noche ha pasado una estrella por mi vida. Sucedió que al llegar la hora de retirarme a casa para descansar, aparecieron unos viajeros en la orilla solicitando mis servicios. Y aunque mi jornada de trabajo había finalizado y, además parecían pobres, me dije: Bueno, aunque sea por hacer la buena obra del día y recibir el “Baraka”, decidiré ayudarles y realizar el servicio que me solicitan. Pues bien, una vez realizado el cometido, de pronto vi que un pez se había arrojado sobre unos juncos y trataba de comer una hierba curativa. Sentí compasión por él y metí la hierba en su boca. Aquel pez a continuación vomitó una piedra y se zambulló de nuevo en el agua. Ante mi sorpresa, aquel trozo de roca luminosa era un perfecto diamante de incalculable valor. Ibrahím enfurecido le dijo al derviche: “¡Eres un demonio. Tu conocías los tres tesoros por alguna percepción oculta y, sin embargo, en ninguna ocasión me lo confesaste! ¿Es eso verdadero compañerismo? El anciano tan sólo miró a Ibrahím y sonrió con lucidez y ternura. En ese momento, la voz áurea de un poeta que cantaba junto al río, llegó acariciando los oídos de los dos viajeros diciendo : Llegará un día en que tras conocer y dominar las aguas, los vientos, las rocas y el fuego dominaremos para la Vida las energías del amor Ese día habremos despertado del gran sueño y los astros bailarán la danza sagrada que convierte el conocimiento en consciencia y la consciencia en amor Fuente: Soraya Founty Feliz jueves¡¡¡ Hace tres mil años había un ser humano, igual que tú y yo, que vivía cerca de una ciudad rodeada de montañas.
Este ser humano estudiaba para convertirse en un chamán, para aprender el conocimiento de sus ancestros, pero no estaba totalmente de acuerdo con todo lo que aprendía… En su corazón sentía que debía haber algo más… Un día, mientras dormía en una cueva, soñó que veía su propio cuerpo durmiendo. Salió de la cueva a una noche de luna llena. El cielo estaba despejado y vio una infinidad de estrellas… Entonces, algo sucedió en su interior que transformó su vida para siempre… Se miró las manos, sintió su cuerpo y oyó su propia voz que decía… “Estoy hecho de luz, estoy hecho de estrellas”… Miró el cielo de nuevo y se dio cuenta de que no son las estrellas las que crean la luz, sino que es la luz la que crea las estrellas…. “Todo está hecho de luz dijo y el espacio de en medio no está vacío…” Y supo que todo lo que existe es un ser viviente, y que la luz es la mensajera de la vida, porque está viva y contiene toda la información… Entonces se dio cuenta de que, aunque estaba hecho de estrellas, él no era esas estrellas… “Estoy en medio de las estrellas” pensó… Así que llamó a las estrellas “el tonal” y a la luz que había entre las estrellas “el nagual”… y supo que lo que creaba la armonía y el espacio entre ambos es la Vida o Intento… ¡Sin vida, “el tonal” y “el nagual” no existirían! La vida es la fuerza de lo absoluto, lo supremo, la Creadora de todas las cosas… Esto es lo que descubrió… ¡Todo lo que existe es una manifestación del ser viviente el que llamamos Dios!… ¡Todas las cosas son Dios!… Y llego a la conclusión de que “la percepción humana es sólo luz que percibe luz”… También se dio cuenta “de que la materia es un espejo”, “todo es un espejo que refleja luz y crea imágenes de esa luz”… y el mundo de la ilusión, el Sueño, es tan sólo como un humo que nos impide ver lo que realmente somos… “Lo que realmente somos es puro Amor, pura Luz” dijo… ¡Este descubrimiento cambió su vida!… Una vez supo lo que en verdad era, miró a su alrededor y vio a otros seres humanos y al resto de la naturaleza, y le asombró lo que vio… ¡Se vio a sí mismo en todas las cosas… en cada ser humano, en cada animal, en cada árbol, en el agua, en la lluvia, en las nubes, en la Tierra!… Y vio que la Vida mezclaba el tonal y el nagual de distintas maneras, para crear millones de manifestaciones de Vida… En esos instantes lo comprendió todo… Se sentía entusiasmado y su corazón rebosaba paz… Estaba impaciente por revelar a su gente lo que había descubierto. Pero no había palabras para explicarlo… Intentó describirlo a los demás, pero no lo entendían… ¡Vieron que había cambiado, que algo muy bello irradiaba de sus ojos y de su voz!… ¡Comprobaron que ya no emitía juicios sobre nada ni nadie. Ya no se parecía a nadie!… Él los comprendía muy bien a todos, pero a él nadie lo comprendía… Creyeron que era una encarnación de Dios,… al oírlo, él sonrió y dijo… “Es cierto…Soy Dios… Pero vosotros también lo sois. Todos somos iguales… Somos imágenes de luz… Somos Dios”… Pero la gente seguía sin entenderlo… Había descubierto que era un espejo para los demás, un espejo en el que podía verse a sí mismo… “Cada uno es un espejo”, dijo… ¡Se veía en todos, pero nadie se veía a sí mismo en él!… Y comprendió que todos soñaban pero sin tener conciencia de ello, sin saber lo que realmente eran… No podían verse a ellos mismos en él, porque había un muro de niebla o humo entre los espejos… Y ese muro de niebla está construido por la interpretación de las imágenes de luz, el Sueño de los seres humanos… Entonces supo que pronto olvidaría todo lo que había aprendido… Quería acordarse de todas las visiones que había tenido, así que decidió llamarse a sí mismo “Espejo Humeante”, para recordar siempre que la materia es un espejo, y que el humo que hay en medio, es lo que nos impide saber qué somos… Y dijo… “Soy Espejo Humeante porque me veo en todos vosotros, pero no nos reconocemos mutuamente, por el humo que hay entre nosotros.. Ese humo es el Sueño, y el espejo eres tú… el soñador…” Miguel Ruiz Extracto del Libro los Cuatro Acuerdos Fuente: Ángeles Amor Feliz viernes¡¡¡ Pedro era un niño muy vivaracho. Todos le querían: su familia, sus amigos y sus maestros. Pero tenía una debilidad. – ¿Cual?…
Era incapaz de vivir el momento. No había aprendido a disfrutar el proceso de la vida. Cuando estaba en el colegio, soñaba con estar jugando fuera. Cuando estaba jugando soñaba con las vacaciones de verano. Pedro estaba todo el día soñando, sin tomarse el tiempo de saborear los momentos especiales de su vida cotidiana. Una mañana, Pedro estaba caminando por un bosque cercano a su casa. Al rato, decidió sentarse a descansar en un trecho de hierba y al final se quedó dormido. Tras unos minutos de sueño profundo, oyó a alguien gritar su nombre con voz aguda. Al abrir los ojos, se sorprendió de ver una mujer de pie a su lado. Debía de tener unos cien años y sus cabellos blancos como la nieve caían sobre su espalda como una apelmazada manta de lana. En la arrugada mano de la mujer había una pequeña pelota mágica con un agujero en su centro, y del agujero colgaba un largo hilo de oro. La anciana le dijo: “Pedro, este es el hilo de tu vida. Si tiras un poco de él, una hora pasará en cuestión de segundos. Y si tiras con todas tus fuerzas, pasarán meses o incluso años en cuestión de días” Pedro estaba muy excitado por este descubrimiento. “¿Podría quedarme la pelota?”, preguntó. La anciana se la entregó. Al día siguiente, en clase, Pedro se sentía inquieto y aburrido. De pronto recordó su nuevo juguete. Al tirar un poco del hilo dorado, se encontró en su casa jugando en el jardín. Consciente del poder del hilo mágico, se cansó enseguida de ser un colegial y quiso ser adolescente, pensando en la excitación que esa fase de su vida podía traer consigo. Así que tiró una vez más del hilo dorado. De pronto, ya era un adolescente y tenía una bonita amiga llamada Elisa. Pero Pedro no estaba contento. No había aprendido a disfrutar el presente y a explorar las maravillas de cada etapa de su vida. Así que sacó la pelota y volvió a tirar del hilo, y muchos años pasaron en un solo instante. Ahora se vio transformado en un hombre adulto. Elisa era su esposa y Pedro estaba rodeado de hijos. Pero Pedro reparó en otra cosa. Su pelo, antes negro como el carbón, había empezado a encanecer. Y su madre, a la que tanto quería, se había vuelto vieja y frágil. Pero el seguía sin poder vivir el momento. De modo que una vez más, tiró del hilo mágico y esperó a que se produjeran cambios. Pedro comprobó que ahora tenía 90 años. Su mata de pelo negro se había vuelto blanca y su bella esposa, vieja también, había muerto unos años atrás. Sus hijos se habían hecho mayores y habían iniciado sus propias vidas lejos de casa. Por primera vez en su vida, Pedro comprendió que no había sabido disfrutar de las maravillas de la vida. Había pasado por la vida a toda prisa, sin pararse a ver todo lo bueno que había en el camino. Pedro se puso muy triste y decidió ir al bosque donde solía pasear de muchacho para aclarar sus ideas y templar su espíritu. Al adentrarse en el bosque, advirtió que los arbolitos de su niñez se habían convertido en robles imponentes. El bosque mismo era ahora un paraíso natural. Se tumbó en un trecho de hierba y se durmió profundamente. Al cabo de un minuto, oyó una voz que le llamaba. Alzó los ojos y vio que se trataba nada menos que de la anciana qu muchos años atrás le había regalado el hilo mágico. “¿Has disfrutado de mi regalo?”, preguntó ella. Pedro no vaciló al responder: “Al principio fue divertido pero ahora odio esa pelota. La vida me ha pasado sin que me enterase, sin poder disfrutarla.Claro que habría habido momentos tristes y momentos estupendos, pero no he tenido oportunidad de experimentar ninguno de los dos. Me siento vacío por dentro. Me he perdido el don de la vida. “Eres un desagradecido, pero igualmente te concederé un último deseo”, dijo la anciana. Pedro pensó unos instantes y luego respondió: “Quisiera volver a ser un niño y vivir otra vez la vida”. Dicho esto se quedó otra vez dormido. Pedro volvió a oír una voz que le llamaba y abrió los ojos. ¿Quien podrá ser ahora?, se preguntó. Cual no sería su sorpresa cuando vio a su madre de pie a su lado. Tenía un aspecto juvenil, saludable y radiante. Pedro comprendió que la extraña mujer del bosque le había concedido el deseo de volver a su niñez. Ni que decir tiene que Pedro saltó de la cama al momento y empezó a vivir la vida tal como había esperado. Conoció muchos momentos buenos, muchas alegrías y triunfos, pero todo empezó cuando tomó la decisión de no sacrificar el presente por el futuro y empezar a vivir en el ahora. Fuente: “El monje que vendió su Ferrari” Robin S. Sharma Feliz lunes¡¡¡ El viajero iba de ciudad en ciudad y de cada una aprendía nuevas formas de conocer el mundo…
Siempre respetando las costumbres de cada aldea y pueblo que visitaba, el viajero proseguía contento, intentando descubrir para sí, dónde se hallaba la felicidad. Así un día, en una aldea supo de un hombre que era feliz. Indagó dónde vivía y se fue hasta él, preguntándole con humildad, si realmente era feliz y cómo lo había conseguido. Cuando le conoció, cuál fue su sorpresa cuando supo que sólo veía por un ojo. Pero pronto lo entendió, cuando el hombre le explicó que sólo tenía un ojo, y por él sólo veía las cosas bonitas y positivas, y jamás ninguna fea y negativa, porque le faltaba el otro ojo. Esa era la razón de su felicidad. Asombrado el viajero continuó su viaje. Casi se le había olvidado la historia de aquel hombre feliz, cuando llegó a otra aldea donde de nuevo le contaron que existía un hombre feliz. Como la vez anterior, el viajero llegó ante él y le preguntó cómo logró la felicidad. El hombre le sonrió y le explicó que él sólo oía por un oído, sin embargo por ese oído sólo escuchaba alegría, paz y sosiego. Por eso era feliz. El viajero continuó igual de asombrado que la primera vez. Por más vueltas que lo daba, no acababa de entender. Y así se resignó a ser sólo un hombre medio feliz, por ver por los dos ojos y oír por los dos oídos. En una ocasión, el viajero contaba esta historia en una lejana aldea. En el silencio de todos, cuando acabó su relato, un niño de apenas cuatro años exclamó: – Pues qué tonto, porque yo hubiera sido el doble de feliz. (Autora: Raquel Valdazo) Feliz jueves¡¡¡ Había una vez , en una zona de altas montañas, una águila que enseñaba a su pichón a volar…
Aquellos días de verano eran benignos y de cielo despejado. Un día, llegado el otoño, el cielo se cubrió de densas nubes negras. El pichón, acostumbrado a ver el cielo y el sol, pegó un grito de desesperación. No veía ese manto celeste con su sol resplandeciente. El águila, viendo esto, le pidió que le acompañara. Juntas remontaron vuelo en dirección a las nubes. Luego de una trabajosa travesía, ambas estaban por encima de las nubes. El pichón estaba loco de alegría, se había superpuesto a esas negras nubes que le ocultaban su sol y su manto azul. Feliz miércoles¡¡¡ Había una vez un ciudadano que vivía al lado de una carretera donde vendía unas ricas albóndigas con pan. Estaba muy ocupado y por lo tanto no oía la radio, no leía los periódicos, ni veía la televisión…
Alquiló un trozo de terreno, colocó una gran valla y anunció su mercancía gritando a todo pulmón: “Compren deliciosas albóndigas calientes”. Y la gente se las compraba. Aumentó la adquisición de pan y carne. Compró un terreno más grande para poder ocuparse mejor de su negocio. Y trabajó tanto que dispuso que su hijo dejara la Universidad donde estudiaba Ciencias Comerciales a fin de que le ayudara. Sin embargo, ocurrió algo importante. Su hijo le dijo: -“Padre, ¿pero no escuchas la radio, ni lees los periódicos? Estamos sufriendo una grave crisis. La situación es realmente mala; peor no podría estar”. El padre pensó: “Mi hijo estudia en la Universidad, lee la prensa, ve la televisión y escucha la radio. Sabe entonces lo que dice”. Compró pues menos pan y menos carne. Sacó la valla anunciadora, dejó el alquiler del terreno a fin de eliminar los gastos y ya no anunció sus ricas albóndigas con pan. Y las ventas fueron disminuyendo cada día más. Después de un tiempo, el negocio estaba realmente afectado -“Tenías razón hijo mío”, le dijo al muchacho. “Verdaderamente estamos sufriendo una gran crisis”. Feliz viernes¡¡¡ Había una vez una isla muy linda y de naturaleza indescriptible, en la que vivían todos los sentimientos y valores del hombre; El Buen Humor, la Tristeza, la Sabiduría… como también, todos los demás, incluso el AMOR…
Un día se anunció a los sentimientos que la isla estaba por hundirse. Entonces todos prepararon sus barcos y partieron. Únicamente el AMOR quedó esperando solo, pacientemente, hasta el último momento. Cuando la isla estuvo a punto de hundirse, el AMOR decidió pedir ayuda. La riqueza pasó cerca del AMOR en una barca lujosísima y el AMOR le dijo: “Riqueza… ¿me puedes llevar contigo?” – No puedo porque tengo mucho oro y plata dentro de mi barca y no hay lugar para ti, lo siento, AMOR… Entonces el Amor decidió pedirle al Orgullo que estaba pasando en una magnifica barca. “Orgullo te ruego… ¿puedes llevarme contigo? No puedo llevarte AMOR… respondió el Orgullo: – Aquí todo es perfecto, podrías arruinar mi barca y ¿Cómo quedaría mi reputación? Entonces el AMOR dijo a la Tristeza que se estaba acercando: “Tristeza te lo pido, déjame ir contigo”. – No AMOR… respondió la Tristeza. – Estoy tan triste que necesito estar sola. Luego el Buen Humor pasó frente al AMOR, pero estaba tan contento que no sintió que lo estaban llamando. De repente una voz dijo: “Ven AMOR te llevo conmigo”. El AMOR miró a ver quien le hablaba y vio a un viejo. El AMOR se sintió tan contento y lleno de gozo que se olvidó de preguntar el nombre del viejo. Cuando llegó a tierra firme, el viejo se fue. El AMOR se dio cuenta de cuánto le debía y le pregunto al Saber: “Saber, ¿puedes decirme quien era este que me ayudo?”. -”Ha sido el Tiempo”, respondió el Saber, con voz serena. -¿El Tiempo?… se preguntó el AMOR, ¿Por qué será que el tiempo me ha ayudado? Porque solo el Tiempo es capaz de comprender cuán importante es el AMOR en la vida. Feliz martes¡¡¡ Había una vez una rosa roja muy bella, se sentía de maravilla al saber que era la rosa más bella del jardín…
Sin embargo, se daba cuenta de que la gente la veía de lejos. …. Se dio cuenta de que al lado de ella siempre había un sapo grande y oscuro, y que era por eso que nadie se acercaba a verla de cerca. Indignada ante lo descubierto le ordenó al sapo que se fuera de inmediato; el sapo muy obediente dijo: Está bien, si así lo quieres. Poco tiempo después el sapo pasó por donde estaba la rosa: y se sorprendió al ver la rosa totalmente marchita, sin hojas y sin pétalos. – Le dijo entonces: Vaya que te ves mal. ¿Qué te pasó? La rosa contestó: Es que desde que te fuiste las hormigas me han comido día a día, y nunca pude volver a ser igual. El sapo solo contestó pues claro, cuando yo estaba aquí me comía a esas hormigas y por eso siempre eras la más bella del jardín. Feliz lunes¡¡¡ Entre las tormentas y los vientos se, encuentra la, montaña; símbolo de la vida. Llena de, belleza y de contrastes, imponente y digna, nos induce a la decisión; al riesgo, a la acción. Cierto día, un granjero caminaba por el valle, al pie de la imponente montaña. De pronto, se detuvo admirado. Iba a tropezar con un huevo. Lo levantó con cautela; lo observó y se dijo:- ¡un huevo de águila…y aún caliente!-Y se apresuró a ponerlo a salvo en el corral, junto con el resto de las aves. Tiempo después nació una hermosa águila. El Águila, que con el tiempo fue creciendo, comenzó lentamente a no estar de acuerdo con el espíritu y actitud de las aves de corral. El granjero, que desde hacia tiempo, la observaba, decidió sacarla del corral y dejarla en libertad. La tomó en sus brazos y le dijo: “¡Águila, tu eres única, sé digna! entiende tu naturaleza. No te conformes con ser, ave de corral; cumple con tu destino; desarróllate, alcanza las alturas. ¡Comprométete y realízate! Fue entonces cuando el Águila sintió, la necesidad de comprometerse, a vivir! Al decirlo experimentó la sensación de que volvía a nacer, era como empezar a descubrirse. Cambió su expresión: esta vez reflejaba esperanza, entusiasmo, alegría. Comprendió su naturaleza, lo que era capaz de hacer. Majestuosa y digna levantó la cabeza, sacudió su bello plumaje y emprendió su vuelo lentamente hacia las alturas. Conforme pasaba el tiempo, volaba cada vez, más alto. Sus ojos estaban ávidos de lo desconocido. Temía lo que iba a encontrar allí arriba. Le preocupó su actual situación y su futuro. Reconoció que no debía permanecer pasiva. Sintió entonces una imperiosa necesidad de dirigir su propio destino y decidió enfrentarse y retar la vida. Comenzó así lentamente, a sentir una energía propia dentro de sí; que la impulsaba a reflexionar y decidir. Le surgió pues duda acerca del origen de dicha energía. De pronto escuchó su voz interior que lentamente le respondía: “Es una fuerza interna que todos poseemos, pero que pocos entienden y mantienen viva. A muchos con las primeras, lluvias se les apaga. Otros no la desarrollan y se les consume”. A medida que fueron pasando los días, el Águila se fue encontrando con otras de su especie. Intrigada, iba preguntando a cada una de ellas cuál era el destino de las águilas. Recibió respuestas tales como:”Comer, beber, procrear, divertirse y trabajar lo menos posible” “Qué importa, no dispongo de tiempo para pensar en esas cosas””Esperar el fin de nuestros días tratado de subsistir””La comodidad. Encontrar una situación cómoda y aferrarse a ella” Confundida, el Águila rechazó la posibilidad de que alguna de estas respuestas representara su destino. Un día, observando la, puesta del sol, sintió la presencia de otra águila que se presentó como el Águila Acompañante. El Águila, ya un poco decepcionada le preguntó:”Cuál es el destino de las águilas?” El Águila Acompañante, le contestó: “La realización. Disfrutar cada instante, de la vida. Ser feliz. Llegar a la cima, de la montaña” (llegar a la cima de la montaña, era, según lo que decían algunas leyendas del pueblo, algo maravilloso porque se podía observar todo el valle desde allí. Sin embargo era algo que muy pocas habían logrado. Representaba un gran reto) El Águila.: le preguntó: “¿Por qué estás aquí entonces?, ¿¡por qué no tratamos, de llegar a la cima de la montaña!?” El Águila Acompañante respondió: “‘Aquí nunca me he sentido satisfecha porque no veo la oportunidad de realizarme. Pero esta situación tiene una importante ventaja: ¡Da seguridad! Y con esto estoy conforme.” Al escuchar el águila estas palabras, todo su ser se estremeció de tristeza y mayor confusión. Comprendió como, a veces, los seres sacrifican sus ideales, objetivos y valores por los beneficios de una engañosa y pasajera seguridad. Pero también se dio cuenta de que el problema se encontraba dentro de sí misma, que no disfrutar la vida era comenzar a morir! fue entonces cuando con coraje decidió salir de su crisis. Lo intentó varias veces. Analizó las posibles acciones para superarla. Comenzó a reevaluar sus acciones y decisiones, a cuestionarse, a cambiar sus actitudes y a reorientar su búsqueda. Hasta que, al fin, logró entender conscientemente lo que deseaba y podía realizar, conforme, a su naturaleza y circunstancias. Y determinó su objetivo: llegar a la cima de la montaña! Sintió dentro de sí un nuevo amanecer. Al llegar a la base de la montaña, la contemplé y admiró su belleza. Descubrió que las crisis son algo doloroso Y difícil, pero sublime, algo que afirma y desarrolla el espíritu. Reflexionó sobre su objetivo: comparó los obstáculos, riesgos y desafíos de encararlo, con las decisiones de nuestra vida cotidiana, con los problemas que es necesario superar para lograr una vida plena de realizaciones. Comenzó a ascender. En su ascenso, aprendía algo nuevo en cada obstáculo y encada situación. Gozaba dentro de sí sin considerar el tiempo ni el esfuerzo. Hasta que fue logrando en cada etapa, una mayor afirmación en la vida. Se dio cuenta que buscar significa estar abierto, contemplar y sentir lo que te rodea y es propio; que es identificar, en cada etapa del camino algo positivo y engrandecedor; que es tener una conducta de compromiso con cada acto de la vida. Se dio cuenta que era muy importante ubicarse dentro de si y en el mundo, que es importante ser lo que uno desea y puede ser, conforme a nuestra naturaleza y circunstancias. Sintió una voz que le decía:”Llegarás a reforzar tu compromiso cuando adquieras capacidad para decidir, y correr riesgos, por ti misma y actúes dentro de un proceso de vida lleno de alternativas, opciones y oportunidades que te permitan superar las indecisiones y aprender a tomar decisiones vitales, circunstancia1es o habitua1es, así como prever y aceptar sus consecuencias. El compromiso de comenzar a formar parte de ti cuando en cada etapa de tu vida, adquieras capacidad intelectual, moral, espiritual y física para darte respuesta a ti misma, a tu familia, a las organizaciones y a la sociedad. Lo lograrás cuando aprendas a ver y a sentir en cada etapa y situación de tu vida, lo que te es propio, aquello que tiene valor y te satisface, lo que te atrae y te permite aplicar y desarrollar tu talento habilidades y potencialidades. Y encontrarás tu lugar cuando consigas tener la capacidad de entender y decidir el momento y la oportunidad. En ese instante te sentirás en un estado de afirmación vital a la existencia y adquirirás una llueva dimensión de tu vida y del mundo. Además, para vivir y sentir tu compromiso necesitas integrar tu propia filosofía, que te permita expresarte individualmente, que de dirección y valor a tus actos y que ayude a engrandecerte, a dignificarte, a utilizar más tu ser y tu voluntad, para que logres mayores grados de satisfacción y de felicidad, dándole así mayor valor a la vida.” Para ese entonces, el Águila ya estaba posada en la cima de la montaña! desde allí contempló la majestuosidad, de la naturaleza. Aprendió a valorar infinidad de cosas que tal vez nunca antes habla valorado, (a pesar de tenerlas muy cerca). Disfrutó de la brisa del aire, del cielo, del sol, de todo lo que la rodeaba. Miró hacia abajo y recordó muchas barreras, y peligros, muchos momentos de flaqueza, de titubeos, de desaliento, pero notó también que siempre habla decidido seguir hacia adelante superándose a sí misma! Se dio cuenta que el secreto había sido conocerse a sí misma, haber conocido los procesos y las leyes que la regían, tanto internos como externos Y haber enfrentado a la vida con deseos de felicidad y realización. Permaneció en la cima hasta el atardecer y decidió emprender su camino de vuelta para ir en busca del Águila Acompañante. Al hallarla y contarle lo vivido el Águila Acompañante le dijo: “¿Todo ese potencial, ese espíritu de libertad, y esa seguridad que tú tienes en dónde lo encuentro?”El Águila serena y segura de si misma le contestó:” ¡DENTRO TUYO AMIGA DENTRO TUYO! (Autor: Alfonso Lara Castilla) Feliz jueves¡¡¡ |
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Junio 2017
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