Los animales del bosque se dieron un día cuenta de que ninguno de ellos era el animal perfecto: los pájaros volaban muy bien, pero no nadaban ni escarbaban; la liebre era una estupenda corredora, pero no podía volar ni sabía nadar… Y así todos los demás…
¿No habría una manera de establecer una academia para mejorar la raza animal? Dicho y hecho. En la primera clase de carrera, el conejo fue una maravilla y todos le dieron sobresaliente, pero en la clase de vuelo subieron al conejo a la rama de un árbol y le dijeron: “¡Vuela, conejo!”. El animal saltó y se estrelló contra el suelo, con tan mala suerte que se rompió dos patas y fracasó también en el examen final de carrera. El pájaro fue fantástico volando, pero le pidieron que excavara como el topo. Al hacerlo, se lastimó las alas y el pico y en adelante, tampoco pudo volar; con lo que ni aprobó la prueba de excavación ni llegó al aprobadillo en la de vuelo. Convenzámonos: un pez debe ser pez, un estupendo pez, un magnífico pez, pero no tiene por qué ser pájaro. Feliz miércoles¡¡¡
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AutorÁngeles Prol Archivo
Junio 2017
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