Una mañana caminando al trabajo, recibí una sonrisa de una persona desconocida del camino del coche a la oficina. Yo pensé, ¿la conozco? ¿Por qué me sonríe? No tenía respuesta, pero esa sonrisa me alegró el día. Me hizo entender que aún hay personas que simplemente sonríen sin pedir nada a cambio, y que ese pequeño gesto puede cambiar e influenciar nuestro día... Hay veces, que en un mundo tan ajetreado nos olvidamos de esos pequeños detalles, que no cuestan y que no nos quitan tiempo.
Desde ese mismo día, yo decidí que esos gestos tenía que aplicarlos más a menudo. Un “Buenos días” a los taxistas que veo todos los días en la parada cerca de mi oficina, una sonrisa a cada persona que me cruzo de camino a una reunión, un guiño a los niños que van de paseo con sus papás en los carritos… Nos olvidamos de lo mucho que puede significar para la otra persona un gesto bonito mínimo, el que sobre todo nosotros también queremos recibir. ¿Por qué no decirle a alguien que ha hecho un buen trabajo? ¿Por qué no dar las gracias a una persona que te ha ayudado? Un día malo, puede convertirse en menos malo y un día bueno, en un día perfecto. Hay un sin fin de gestos y mínimos detalles que se pueden tener con el resto de la sociedad, que no tienen precio, sin embargo ¿por qué cuestan tanto? feliz miércoles¡¡¡
0 Comentarios
Deja una respuesta. |
AutorÁngeles Prol Archivo
Junio 2017
Categorías |