Cuenta la leyenda que Alejandro Magno, gran guerrero y conquistador, estando en vísperas de su muerte, hizo llamar a sus generales, llamados diádocos, para comunicarles sus tres últimos deseos…
Una vez venidos todos a su lecho, y rodeado de ellos, procedió a enumerar sus requerimientos postreros: – Que su ataúd fuese llevado en hombros y transportado por los mejores médicos de la época. – Que los tesoros que había conquistado durante toda su vida, plata, oro y piedras preciosas, fuesen esparcidos por el camino que llevaba hasta su propia tumba. – Que sus manos quedaran balanceándose en el aire, fuera del ataúd, y a la vista de todos. Uno de sus generales, asombrado por tan insólitos deseos, tuvo a bien preguntarle a Alejandro cuáles eran las razones para semejantes deseos. Acto seguido, Alejandro argumentó: – “Quiero que los más eminentes médicos carguen mi ataúd, para así mostrarles a todos, y a ellos mismos, que no tienen, ante la muerte, el poder de curar” – “Quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros para que todos puedan ver que los bienes materiales aquí conquistados, aquí permanecerán, y no se irán con ninguno de nosotros, simples mortales” – “Quiero que mis manos se balanceen al viento, para que las personas puedan ver que así como vinimos a este mundo con las manos vacías, de igual forma nos iremos, cuando se nos termine el más valioso tesoro que poseemos, que no es otro que el tiempo” Feliz miércoles¡¡¡
0 Comentarios
Deja una respuesta. |
AutorÁngeles Prol Archivo
Junio 2017
Categorías |