Había una princesa que no se quería casar y despreciaba a todos los pretendientes. Finalmente y presionada por sus padres, dijo que se casaría con el que adivinase un acertijo. Consistía en decir cuáles eran y qué eran los dos colores que tenía el pelo la princesa… Unos hermanos, que eran sastres, pensaron que quien mejor que ellos iba a distinguir los colores de un pelo que, al fin y al cabo, era lo más parecido a un hilo.
Primero fue el mayor y no supo dar una contestación, al segundo le pasó lo mismo. El tercero insistió en ir, después de observarlo durante un rato, aseguró que eran plata y oro y acertó. A la princesa no la parecía bien casarse con un sastre y le puso como condición que pasará la noche con un oso que estaba en el establo y el sastre aceptó. El sastre entró comiendo nueces y el oso, al que le gustaban mucho, le pidió, le dio unas piedras en forma de nueces y el oso intento partirlas con los dientes y se hizo tanto daño que no podía ni pensar en morder a nadie. Al momento el sastre sacó un violín y se puso a tocarlo con mucha gracia, al oso le dio mucha envidia y le pido que le ensañara. El sastre le explicó que para tocar el violín tenía que cortarse las uñas, el oso estuvo de acuerdo y se las dejó cortar. Ahora ya no podía ni morder ni cogerle con sus zarpas y el sastre pudo dormir tranquilo. Al día siguiente la princesa accedió a casarse con el admirada de su ingenio y valentía. Ahhhhh… y el oso nunca aprendió a tocar el violín. Feliz miércoles¡¡¡
0 Comentarios
Deja una respuesta. |
AutorÁngeles Prol Archivo
Junio 2017
Categorías |