Tres historias reales nos demuestran que hay decisiones para toda la vida, otras en las que es correcto reconocer errores y otras que son colectivas... Estas historias aparecen publicadas en el diario Clarins y me han llamado poderosamente la atención.
El redactor hace referencia a ese misterio que impulsa la toma de decisiones y cómo personas en circunstancias bien difíciles, toman la decisión correcta, aunque ello suponga perder algo a nivel personal. Cada una relata de forma particular a personas ante diferentes circunstancias y sus decisiones ante ellas. La persistencia de Alice Stewart La primera de ellas es la que tomó Alice Stewart, nacida en Inglaterra en el año 1906, estudió medicina especializándose en epidemióloga y en particular sobre los efectos de la radiación. A raíz de sus estudios, en el año 1952 descubrió por medio de la comparación estadística que las mujeres embarazadas sometidas a rayos X, presentaban altos porcentajes que sus hijos nacieran muertos o con graves enfermedades con motivo de la exposición a esa radiación. En esos años la panacea de la tecnología y de su aplicación en la medicina era el uso de los rayos X. Descubrió que ese avance en la ciencia afectaba gravemente a la salud y por ello decidió que iba a dar a conocer y dar a conocer de todas las formas posibles de lo que estaba convencida. Efectivamente durante años hizo campañas de concientización pública, trató de convencer a gobiernos, otros científicos y sociedades de médicas del mundo de los peligros para las mujeres. Su acción fue reconocida más de 15 años después. Es difícil imaginar los días de desaliento y frustración, de soledad e impotencia al ver que ella tenía razón y nadie lo aceptaba. Qué fácil habría sido abandonar su postura. Sin embargo ella fue constante y consecuente a la decisión que había tomado. Hoy en día cuando entro en una sala de rayos X y veo carteles que advierten a las mujeres embarazadas de los riesgos a su exposición, no puedo dejar de pensar en Alice Stewart e imaginar la cantidad de vidas que salvó por su decisión. William LeMessurier, talento y ética La segunda decisión está vinculada a alguien del mundo de la construcción. A fines de los años 60, William LeMessurier era el titular de uno de los estudios de construcción y arquitectura más importantes del mundo. Un estilo único en que se destacó por la construcción de edificios gubernamentales, paseos, viviendas, entre otros. La coronación de su carrera se dio a principios de los 70 cuando fue contratado para construir uno de los edificios más icónicos del mundo: la sede corporativa en la ciudad de Nueva York de Citigroup Building. Un magnífico edificio blanco de 59 pisos de altura, que termina con un dramático corte trasversal en su parte superior. La silueta sobresale hoy de entre todos sus pares en esa magnífica ciudad. Terminado, inaugurado y desde ya satisfecho por su máxima realización pocas metas le restaban cumplir. Sin embargo un día al finalizar una de sus clases en la universidad, un alumno le presentó una serie de cálculos y proyecciones en donde le indicaba que el edificio estaba mal construido. Y que si se producía un fenómeno climático determinado el edificio podría sucumbir. Ante ello, rehizo todos los cálculos desde cero. Proyectó todas las medidas y factores y expuso su obra a la previsión indicada por el alumno. El resultado fue que efectivamente el edificio estaba mal construido y que podría caerse. Ante esa circunstancia tuvo que tomar una decisión: o callaba o daba a conocer su error, poniendo su carrera en ruinas. Decidió contar su error, enfrentó el problema, propuso una solución y hoy es considerado como un ejemplo de ética y rectitud profesional, incluso que supera a su destacada carrera. Hijos intercambiados La tercera historia ocurrió en una ciudad de Francia a comienzos de los años 90. Un matrimonio tenía un chico de 6 años. El padre tuvo que realizarse un estudio genético por el que requería la compatibilidad en su descendiente. Cuando al menor le hicieron la prueba dio como resultado una incompatibilidad genética con el padre. No era su hijo. La madre se hizo el mismo estudio y dio también incompatibilidad. El hospital lo había cambiado el día del nacimiento con otra pareja. Luego de una investigación se dio con el matrimonio al que también le habían cambiado el hijo. El juez interviniente convocó a todas las partes y les explicó que la ley le exigía el seguir la consanguinidad y que debían intercambiar a sus hijos, aunque les dio la opción a los padres que estaban de acuerdo en mantener a los hijos intercambiados. Ambas partes así lo decidieron y con amplio régimen de visitas el juez, optaron por la continuación de los chicos intercambiados. Estas tres historias nos demuestran que hay decisiones que hay que sostener a lo largo de toda la vida, hay otras en las que es correcto reconocer errores y hay otras que son colectivas. En un año que comienza y las promesas y expectativas son amplias me pregunto qué decisiones a nuestro alcance tomaremos para mejora o modificar nuestra vida o la de terceros. * El autor es abogado y Coordinador Académico de la Licenciatura de Ciencia Política y de Gobierno en la UCES. Espero que os haya resultado interesante. Feliz miércoles¡¡¡
0 Comentarios
Deja una respuesta. |
AutorÁngeles Prol Archivo
Junio 2017
Categorías |