Me gustó esta entrevista que le realizaron a Tal Ben Shahar, profesor de Psicología Positiva de la Universidad de Harvard. Te invito a leerme y déjame saber qué te parece... “Tengo 40 años: no perderé ni uno más en tratar de ser perfecto. Sea humilde y estará orgulloso de no tener que demostrar nada a nadie”
Cuando empecé a enseñar Psicología Positiva en Harvard, un estudiante me dijo: “Me fijaré en usted y si le veo siempre feliz, me matricularé en su curso. Un chico listo. ¿Usted cree? Le contesté que si me veía siempre feliz, era porque o yo era un psicópata o estaba muerto. Porque sólo los psicópatas y los muertos no sienten nunca envidia, tristeza, dolor, celos… Y nunca fracasan. ¿Qué enseña usted, entonces? Dése permiso para ser humano… ¡Verá qué alivio! Sólo cuando deje de negar errores y de bloquear las emociones negativas permitirá que le afecten también las positivas. ¿Por qué cree que negamos el error? Nos educan en la mitificación del éxito. Palabra vendelibros. Los padres presionan a sus hijos para que triunfen tras haberse machacado a sí mismos: si no han triunfado, es que no han trabajado bastante. Y nunca es bastante. Yo mismo me torturé la juventud con dos frases: “Nada sustituye al trabajo duro” y “Cuanto más trabajo, más éxito tengo”. Están de moda; con el sufrimiento. Pues conducen a la mentira del perfeccionismo. La verdad es que si quieres triunfar más, debes empezar por fracasar el doble y para ello debes comenzar por asumir las emociones que la derrota lleva aparejadas. ¿Cómo? La vida es una sucesión de fracasos para poder tener algún éxito. Y la paradoja es que cuando aceptas el error, el dolor, la soledad; y las emociones que provocan: el odio, la tristeza, la envidia, los celos, la frustración… … Y los dejas fluir sin intentar suprimirlos, sólo entonces dejan de ser tus emociones, para ser sólo emociones. Así se disuelven. Por ejemplo. Es mera terapia cognitiva. Supongamos que tiene pánico a hablar en público… ¿Qué sugiere? Usted interpreta el público –hecho– como amenaza –pensamiento– y reacciona con –sentimiento– ansiedad. Acepte esa ansiedad; déjela fluir y no intente reprimirla. Pero me seguirá paralizando igual. La naturaleza para ser gobernada antes debe ser obedecida. Déle curso y llegará a interpretar al público como gente que le quiere y escucha hasta lograr frenar la ansiedad. ¿No se trata de evitar que afecte? Eso déjeselo a Clint Eastwood. Usted dése permiso para ser débil. Ser positivo no es ignorar o quitar importancia a la realidad, sino aceptarla. Y asumir sus emociones. Cuanto menos afecten, mejor. Al revés: negar las emociones desconecta de la realidad. Por eso, cuando usted sea consciente de que ha fracasado y que ha sido vanidoso, egoísta, celoso o traidor… Vale, ya le capto. No se conforme con pensarlo usted: no sirve. Dígaselo a alguien. Y si no tiene a quién confesarse, escríbalo. Pero… ¡Expréselo! Por ejemplo. Muchos hombres se niegan el derecho a ser cobardes o a cualquier otra emoción. En nuestra cultura el hombre que siente es un sentimental, o sea, débil: menos hombre. ¿Y ellas? El pecado emocional de ellas suele ser negar el enfado. Les parece poco femenino pillar un buen cabreo… Y que se note. Con lo a gusto que te quedas. Cuando despiden del trabajo a uno de mis pacientes, le hago escribir un “diario del cabreo del parado” para expresar lo humillante que es que prescindan de ti; lo inútiles que son muchos de los que se quedan. Un desahogo. Relaja más chillárselo a los jefes, pero aunque sea tarde, que lo expresen. Los parados que se manifiestan, maduran, crecen, se distancian de su emoción y se ponen en mejor posición para encontrar empleo después. O no. O no, pero tendrán más autoestima y realismo para juzgar un sistema incapaz de repartir la prosperidad a través del empleo. Y serán capaces de organizarse para cambiarlo. (…) Los que tapan errores suelen ascender. Sólo en organizaciones perfeccionistas, ergo mentirosas. En las organizaciones maduras, los errores no son fallos para culpar a una persona, sino oportunidades de todos para mejorar el funcionamiento del equipo. ¿Un optimista es un pesimista mal informado? Yo prefiero ser optimalista y aspirar a casi todo, para al fin saber disfrutar con casi nada. Hoy sabemos que la felicidad no es la culminación del éxito, sino sólo su inicio. Feliz viernes¡¡¡
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Junio 2017
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