Había una vez seis hombres ciegos que vivían en Indostán, que querían ampliar sus conocimientos y aprender cómo era un elefante, por lo que decidieron que cada uno, por la observación del tacto, podría satisfacer a su mente…
El primero, al acercarse al elefante, chocó contra su lado ancho y fornido, por lo que en seguida empezó a gritar: “¡Bendito sea Dios! ¡El elefante es muy similar a una pared!” El segundo, palpándole el colmillo, gritó: “Oh! lo que tenemos aquí, es muy cilíndrico, suave, y aguzado. Para mí esto es muy claro, esta maravilla de elefante es muy parecido a una lanza”. El tercero se acercó al animal y tomó la trompa, la cual se retorció en sus manos. Así, audazmente dijo: “Yo veo”, acotó, “que el elefante es igual que una serpiente” El cuarto extendió su ávida mano Y se posó sobre la rodilla: A lo que más esta bestia maravillosa se parece, es muy llano”, comentó él; “Es bastante claro que el elefante es semejante a un árbol”. El quinto, que se arriesgó a tocar la oreja, dijo: “Hasta el hombre más ciego puede decir a lo que esto más se parece: Niegue el hecho quien pueda, esta maravilla de elefante es igual que un abanico”. El sexto, en cuanto empezó a tentar a la bestia, asió su cola oscilante. “Yo veo”, dijo él, “que el elefante es como una soga”.- Y así, estos hombres de Indostán continuaron disputando ruidosa y largamente. Cada uno se mantenía en su propia opinión, siempre más rígida y fuerte, por lo que no podían llegar a un acuerdo ya que, como podemos ver, aunque cada uno estaba en parte en lo cierto, todos estaban errados. Feliz lunes¡¡¡
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Junio 2017
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