Un cierto emperador pensó un día que si conociera la respuesta a las siguientes tres preguntas, nunca fallaría en ninguna cuestión… Las tres preguntas eran:
¿Cuál es el momento más oportuno para hacer cada cosa? ¿Cuál es la gente más importante con la que trabajar? ¿Cuál es la cosa más importante para hacer en cada momento? El emperador publicó un edicto a través de todo su reino anunciando que cualquiera que pudiera responder a estas tres preguntas recibiría una gran recompensa, y muchos de los que leyeron el edicto emprendieron el camino al palacio; cada uno llevaba una respuesta diferente al emperador. Como respuesta a la primera pregunta, una persona le aconsejó proyectar minuciosamente su tiempo, consagrando cada hora, cada día, cada mes y cada año a ciertas tareas y seguir el programa al pie de la letra. Sólo de esta manera podría esperar realizar cada cosa en su momento. Otra persona le dijo que era imposible planear de antemano y que el emperador debería desechar toda distracción inútil y permanecer atento a todo para saber qué hacer en todo momento. Alguien insistió en que el emperador, por sí mismo, nunca podría esperar tener la previsión y competencia necesaria para decidir cada momento cuándo hacer cada cosa y que lo que realmente necesitaba era establecer un “Consejo de Sabios” y actuar conforme a su consejo. Alguien afirmó que ciertas materias exigen una decisión inmediata y no pueden esperar los resultados de una consulta, pero que si él quería saber de antemano lo que iba a suceder debía consultar a magos y adivinos. Las respuestas a la segunda pregunta tampoco eran acordes. Una persona dijo que el emperador necesitaba depositar toda su confianza en administradores; otro le animaba a depositar su confianza en sacerdotes y monjes, mientras algunos recomendaban a los médicos. Otros que depositaban su fe en guerreros. La tercera pregunta trajo también una variedad similar de respuestas. Algunos decían que la ciencia es el empeño más importante; otros insistían en la religión e incluso algunos clamaban por el cuerpo militar como lo más importante. Y puesto que las respuestas eran todas distintas, el emperador no se sintió complacido con ninguna y la recompensa no fue otorgada. Después de varias noches de reflexión, el emperador resolvió visitar a un ermitaño que vivía en la montaña y del que se decía era un hombre iluminado. El emperador deseó encontrar al ermitaño y preguntarle las tres cosas, aunque sabía que él nunca dejaba la montaña y se sabía que sólo recibía a los pobres, rehusando tener algo que ver con los ricos y poderosos. Así pues el emperador se vistió de simple campesino y ordenó a sus servidores que le aguardaran al pié de la montaña mientras él subía solo a buscar al ermitaño. Al llegar al lugar donde habitaba el hombre santo, el emperador le halló cavando en el jardín frente a su pequeña cabaña. Cuando el ermitaño vio al extraño, movió su cabeza en señal de saludo y siguió con su trabajo. La labor, obviamente, era dura para él, pues se trataba de un hombre anciano, y cada vez que introducía la pala en la tierra para removerla, la empujaba pesadamente. El emperador se aproximó a él y le dijo: “He venido a pedir tu ayuda para tres cuestiones: “¿Cuál es el momento más oportuno para hacer cada cosa? ¿Quiénes son las personas más importantes con las que uno debe trabajar? ¿Qué cosa es la más importante que hacer en todo momento? El ermitaño le escuchó atentamente pero no respondió. Solamente posó su mano sobre su hombro y luego continuó cavando. El emperador le dijo: “Debes estar cansado, déjame que te eche una mano”. El eremita le dio las gracias, le pasó la pala al emperador y se sentó en el suelo a descansar. Después de haber acabado dos cuadros, el emperador paró, se volvió al eremita y repitió sus preguntas. El eremita tampoco contestó sino que se levantó y señalando la pala y dijo: “¿Por qué no descansas ahora? Yo puedo hacerlo de nuevo”. Pero el emperador no le dio la pala y continuó cavando. Paso una hora, luego otra y finalmente el sol comenzó a ponerse tras las montañas. El emperador dejó la pala y dijo al ermitaño: “Vine a ver si podías responder a mi tres preguntas, pero si no puedes darme una respuesta dímelo para que pueda volverme a mi palacio”. El eremita levantó la cabeza y preguntó al emperador: “¿Has oído a alguien corriendo por allí?”. El emperador volvió la cabeza y de repente ambos vieron a un hombre con una larga barba blanca que salía del bosque. Corría enloquecidamente presionando sus manos contra una herida sangrante en su estómago. El hombre corrió hacia el emperador antes de caer inconsciente al suelo, dónde yació gimiendo. Al rasgar los vestidos del hombre, emperador y ermitaño vieron que el hombre había recibido una profunda cuchillada. El emperador limpió la herida cuidadosamente y luego usó su propia camisa para vendarle, pero la sangre empapó totalmente la venda en unos minutos. Aclaró la camisa y le vendó por segunda vez y continuó haciéndolo hasta que la herida cesó de sangrar. El herido recuperó la conciencia y pidió un vaso de agua. El emperador corrió hacia el arrollo y trajo un jarro de agua fresca. Mientras tanto se había puesto el sol y el aire de la noche había comenzado a refrescar. El eremita ayudó al emperador a llevar al hombre hasta la cabaña donde le acostaron sobre la cama del ermitaño. El hombre cerró los ojos y se quedó tranquilo. El emperador estaba rendido tras un largo día de subir la montaña y cavar en el jardín y tras apoyarse contra la puerta se quedó dormido. Cuando despertó, el sol asomaba ya sobre las montañas. Durante un momento olvidó donde estaba y lo que había venido a hacer. Miró hacia la cama y vio al herido, que también miraba confuso a su alrededor; cuando vio al emperador, le miró fijamente y le dijo en un leve suspiro: “Por favor, perdóneme”. – Pero ¿qué has hecho para que yo deba perdonarte?- preguntó el emperador. – Tú no me conoces, Majestad, pero yo te conozco a ti. Yo era tu implacable enemigo y había jurado vengarme de ti, porque durante la pasada guerra tú mataste a mi hermano y embargaste mi propiedad. Cuando me informaron de que ibas a venir solo a la montaña para ver al ermitaño decidí sorprenderte en el camino de vuelta para matarte. Pero tras esperar largo rato sin ver signos de ti, dejé mi emboscada para salir a buscarte. Pero en lugar de dar contigo, topé con tus servidores y me reconocieron y me atraparon, haciéndome esta herida. Afortunadamente pude escapar y corrí hasta aquí. Si no te hubiera encontrado seguramente ahora estaría muerto. ¡Yo había intentado matarte, pero en lugar de ello tú has salvado mi vida! Me siento más avergonzado y agradecido de lo que mis palabras pueden expresar. Si vivo, juro que seré tu servidor el resto de mi vida y ordenaré a mis hijos y a mis nietos que hagan lo mismo. Por favor, Majestad, concédeme tu perdón. El emperador se alegró muchísimo al ver que se había reconciliado fácilmente con su acérrimo enemigo, y no sólo le perdonó sino que le prometió devolverle su propiedad y enviarle a sus propios médicos y servidores para que le atendieran hasta que estuviera completamente re-establecido. Tras ordenar a sus sirvientes que llevaran al hombre a su casa, el emperador volvió a ver al ermitaño. Antes de volver al palacio el emperador quería repetir sus preguntas por última vez; encontró al ermitaño sembrando el terreno que ambos habían cavado el día anterior. El ermitaño se incorporó y miró al emperador. “Tus preguntas ya han sido contestadas”. -Pero, ¿Cómo?- preguntó el emperador confuso. -Ayer, si su Majestad no se hubiera compadecido de mi edad y me hubiera ayudado a cavar estos cuadros, habría sido atacado por ese hombre en su camino de vuelta. Entonces habría lamentado no haberse quedado conmigo. Por lo tanto el tiempo más importante es el tiempo que pasaste cavando los cuadros, la persona más importante era yo mismo y el empeño más importante era el ayudarme a mí. Más tarde, cuando el herido corría hacia aquí, el momento más oportuno fue el tiempo que pasaste curando su herida, porque si no le hubieses cuidado habría muerto y habrías perdido la oportunidad de reconciliarte con él. De esta manera, la persona más importante fue él y el objetivo más importante fue curar su herida. Recuerda que sólo hay un momento importante y es ahora. El momento actual es el único sobre el que tenemos dominio. La persona más importante es siempre con la persona con la que estás, la que está delante de ti porque quien sabe si tendrás trato con otra persona en el futuro. El propósito más importante es hacer que esa persona, la que está junto a ti, sea feliz, porque es el único propósito de la vida. Feliz lunes¡¡¡
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Creo que este será el post más breve que haya escrito hasta el momento... A veces los mensajes más cortos son los más significativos. Así me lo pareció este de Alejandro Jodorowsky:
“Un arquero quiso cazar la luna. Noche tras noche, sin descanso, lanzó sus flechas hacia el astro. Los vecinos comenzaron a burlarse de él. Inmutable, siguió lanzando sus flechas. Nunca cazó la luna, pero se convirtió en el mejor arquero del mundo” Feliz fin de semana¡¡¡ Todos tenemos la capacidad de ser creativos y de entrar y disfrutar en estado de Flow, esa sensación en la que estamos completamente fusionados con nuestra actividad. Se distorsiona el tiempo que transcurre volando y todo fluye, sin esfuerzo aparente... Y notamos una sensación de plenitud, de bienestar, en la que las cosas que nos rodean desaparece. Pero es cierto que hay cosas que podemos hacer para entrenarnos y conseguirlo con más facilidad. Así que aquí van algunos trucos:
Elige algo que te guste de verdad. Ponte un reto que te estimule, pero que no sea excesivo para ti. Elige una hora del día y un lugar cómodos. Aprende a mantener la concentración y sé paciente… ¡Aquí llega! feliz jueves¡¡¡ Creo que este cuento de Jorge Bucay refleja muy bien la necesidad de reconocimiento que podemos tener todos en algún momento y nivel de nuestra vida… Érase una vez un joven que acudió a un sabio en busca de ayuda.
-Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo ganas de hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más? El maestro, sin mirarlo, le dijo: «Cuánto lo siento, muchacho. No puedo ayudarte, ya que debo resolver primero mi propio problema. Quizá después…». Y, haciendo una pausa, agregó: «Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar». -E… encantado, maestro -titubeó el joven, sintiendo que de nuevo era desvalorizado y sus necesidades postergados. -Bien -continuó el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo meñique de la mano izquierda y, dándoselo al muchacho, añadió-: Toma el caballo que está ahí fuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, y no aceptes menos de una moneda de oro. Vete y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas. El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó al mercado, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes, que lo miraban con algo de interés hasta que el joven decía lo que pedía por él. Cuando el muchacho mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le giraban la cara y tan sólo un anciano fue lo bastante amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era demasiado valiosa como para entregarla a cambio de un anillo. Con afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un recipiente de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro y rechazó la oferta. Después de ofrecer la joya a todas las personas que se cruzaron con él en el mercado, que fueron más de cien, y abatido por su fracaso, montó en su caballo y regresó. Cuánto hubiera deseado el joven tener una moneda de oro para entregársela al maestro y liberarlo de su preocupación, para poder recibir al fin su consejo y ayuda. Entró en la habitación. – Maestro -dijo-, lo siento. No es posible conseguir lo que me pides. Quizás hubiera podido conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo. – Eso que has dicho es muy importante, joven amigo -contestó sonriente el maestro-. Debemos conocer primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar tu caballo y ve a ver al joyero. ¿Quién mejor que él puede saberlo? Dile que desearías vender el anillo y pregúntale cuánto te da por él. Pero no importa lo que te ofrezca: no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo. El joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó y luego le dijo al chico: – Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya mismo, no puedo darle más de cincuenta y ocho monedas de oro por su anillo. – ¿Cincuenta y ocho monedas? -exclamó el joven. – Sí -replicó el joyero-. Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de setenta monedas, pero si la venta es urgente… El joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido. – Siéntate -dijo el maestro después de escucharlo-. Tú eres como ese anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte un verdadero experto. ¿Por qué vas por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor? Y, diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo meñique de su mano izquierda. Feliz jueves¡¡¡ Porque, si no tenemos tiempo para lo importante, ¿En que lo estamos usando?... Y ahora la pregunta del millón: ¿Qué es lo importante para ti? Puede que tengas muchos “importantes” en tu vida: tu familia, tu trabajo, tus amigos, tu negocio…pero, de todo, ¿Qué es lo más importante?
Supongo que en cada momento, todos tenemos un más importante que otro y ese, aunque parezca tan solo un juego de palabras, será el importante de ese momento. Tenemos tantos momentos a lo largo de un día llenos de cosas, actividades, personas, circunstancias…y… ¿Qué tal si diseccionamos el tiempo en momentos y nos olvidamos del reloj, tan solo para ver desde una nueva óptica su contenido? Podríamos observar que es lo realmente importante del: – momento familia – momento casa – momento trabajo – momento relaciones – momento “mi momento” – momento negocio Cuando conozco realmente lo importante de cada momento, entonces puedo decidir qué tiempo (de reloj) le dedico y obtener mayores beneficios a todos los niveles. Espero que encuentres tu momento para encontrar lo importante de cada momento. Feliz miércoles¡¡¡ Hace mucho, mucho tiempo, en un lejano país, se organizó un concurso para demostrar la fuerza, inteligencia y habilidad de todos y cada uno de sus ciudadanos menores de 33 años. El objetivo consistía en escalar –sin más ayuda que el propio cuerpo- hasta lo alto de una torre de mármol blanco que ocupaba la parte central de la plaza de encuentro de la ciudad… ¿Has visto alguna vez una pared de mármol? ¿La has tocado? En ese caso, comprenderás que el concurso comenzará a ser llamado, entre susurros, la competición de la escalada imposible.
A tres semanas de la competición, los jóvenes comenzaron con severos entrenamientos para desarrollar sus capacidades: fuerza, coordinación, armonía, gracia… etc. Todos llegaron profundamente transformados a la fecha de la cita, todos habían desarrollado lo mejor de sí mismos. Comenzó la competición, y los jóvenes empezaron a intentar escalar la torre. Sus paredes estaban tan pulidas que no se encontraban hendiduras donde afianzar los dedos y, resbalaban tanto sus muros, que nadie conseguía ascender más de un par de metros… El público estaba perplejo, y empezó a asumir que realmente se trataba de una escalada imposible, así que se desataron los susurros: “no van a poder lograrlo, es imposible”. Y el susurro se hizo voz, y la voz se alzó hasta convertirse en grito, en queja… Y llegó a los oídos de los participantes. Éstos flaquearon en su voluntad y, poco a poco, fueron abandonando el concurso y uniéndose a los coros de sus amigos conciudadanos: “no se puede lograr, es imposible”… Uno tras otro, todos fueron abandonando. Sólo quedaba un joven que hacía lo imposible por ascender. Parecía que le ganaba unos metros a la torre pero, de repente, resbalaba por su superficie y volvía a caer al suelo. Entonces, quienes ya se habían retirado le aconsejaban: “no seas terco, no se puede hacer… Déjalo ya y vayámonos a la taberna a tomar unas cervezas”. Ni caso, él seguía a lo suyo, haciendo esfuerzos desesperados por subir… Ascendiendo, resbalando y cayendo de nuevo al suelo. Pero finalmente lo logró, en uno de sus cientos de intentos no resbaló y alcanzó la cumbre. Conmocionados, todos se acercaron a él para felicitarle por su victoria y preguntarle por su método, por cómo lo había hecho para conseguirlo… No tardaron en descubrir su secreto… ¡Era sordo! Cuántas veces, pese a nuestra competencia, pese a nuestra preparación, pese a nuestra capacidad y pese a nuestro anhelo, renunciamos a nuestros objetivos porque nos convencemos –o nos convencen- de que son imposibles de alcanzar. ¡Cuidado con el efecto Pigmalión! Tanto quien cree que es posible como quien cree que no lo es tienen razón, porque su convencimiento determina su capacidad. Hagamos oídos sordos a quienes no nos aporten más que pesimismo y desolación, prestemos sólo atención a aquellos que nos ofrezcan experiencias y consejos que nos ayuden y enriquezcan. Del mismo modo que no nos comemos todo aquello que llega a nuestras manos, tampoco debemos alimentar nuestra mente o nuestro espíritu con todo aquello que llega a nuestros oídos. No todas las voces tienen el mismo valor, aprendamos a discriminarlas con buen criterio: que quienes han fracasado no consigan convencerte de que tú tampoco podrás lograrlo… ¿Acaso ellos son como tú? Prepárate, aplícate, esfuérzate y no prestes oídos a los portavoces del pesimismo y el fracaso. Verás cómo eres capaz de operar auténticos milagros. Feliz martes¡¡¡ Es una frase hartamente repetida: ‘necesito recuperar la ilusión’. Cuando parece que las cosas van mal, la rutina nos atenaza y entramos en un ritmo de vida en el que los problemas y las dificultades nos asedian, manifestamos que necesitamos recuperar la ilusión... La ilusión nos hace fuertes en el camino diario. Ver en el futuro cierta esperanza nos permite movilizar el presente y revolucionarnos positivamente. Es esa revolución interior de desear, aún sin saber los detalles de lo que queremos conseguir, lo que nos permite andar sin cansarnos, perseguir el objetivo superando las adversidades o alcanzar cualquier meta.
Una ilusión sana necesita unas motivaciones sanas, una vida ordenada y unos propósitos saludables ¿Dónde buscas la ilusión y la motivación de tu vida actualmente? A veces la falta de ilusión se debe a algo dentro nuestro no resuelto, y ese “algo” lo vamos arrastrando a lo largo de los años. (depresión, ansiedad, problemas familiares, temas de pareja,baja autoestima, dependencia emocional….etc). Estas pueden ser algunas de las causas más típicas de la falta de ilusión por las cosas, o por nuestra vida. 1. Observándonos a nosotros mismos: Sólo si podemos observarnos podemos detectar cuáles son nuestras necesidades, qué me va bien y qué no me va tan bien. 2. Detectar nuestras emociones: Darnos cuenta de qué emociones estamos sintiendo en cada momento, nos va a ayudar a ver si estamos más cerca de recuperar nuestra ilusión o no. Si hay tristeza, rabia, miedo, eso nos aleja de nuestra ilusión, y conviene poder trabajarlo ya sea en terapia, o con un psicólogo. 3. Dar forma y ordenar nuestra vida: Poder ordenar nuestra vida y ponerle un mínimo de estructura, con horarios, buena alimentación, tiempo de calidad, para pasar en família y con amigos o con la pareja, serían los mínimos para sentar las bases de la ilusión. 4. Valorar los pequeños momentos: Nuestra vida se compone de pequeños instantes. Si podemos darles importancia y disfrutarlos, todo es más fácil y nos facilita el camino para recuperar la ilusión. Disfrutar de una buena ducha, de una buena comida, de un paseo, del tiempo con la familia, es el primer paso para que la esperanza se instale en nuestras vidas. 5. Darnos un pequeño placer: Recuperar alguna actividad que nos gustara en el pasado, por ejemplo, el baile, el canto, punto de cruz, un deporte, dibujar…. algo que nos proporcione placer y nos ayude a que una pequeña ilusión se vaya gestando. 6. Perdonarnos a nosotros mismos: A veces, somos muy duros con nosotros mismos, y nos juzgamos y peleamos internamente porque no queremos estar mal, y lo estamos. Y entonces nos enfadamos. Darnos un poco de tregua, pensar que ese estado tiene un sentido en nuestras vidas en ese momento, nos va a ayudar a enfocar nuestra vida con más positividad. 7. De toda experiencia, se aprende: Aunque no estés en el mejor momento de tu vida, de todas las experiencias que vivimos, podemos sacar una lección para el futuro. Tocar fondo a veces sirve para darnos impulso, y recuperar la ilusión por las cosas y las personas. 8. Que nuestras ilusiones sean factibles : A veces, ponemos nuestras ilusiones en objetivos que son poco factibles. Por ejemplo, en que nos toque la lotería. Pero si, enfocamos nuestras ilusiones en personas, actividades, que podamos realizar, fomentamos nuestra imaginación y creatividad, y nos responsabilizamos en lo que pensamos y sentimos, todo puede ser un poco más llevadero. 9. Esfuerzo, y el trabajo de la hormiga: Si no tenemos ilusión, el esfuerzo se apaga. Sin pequeños esfuerzos, no podrá nunca existir la ilusión, porque si abandonamos cualquier pequeño esfuerzo, la desesperanza nos atrapa de nuevo. Ir forjando, pequeñas esperanzas nos va a ayudar a construir, nuestra vida, con más ilusión en nuestro día a día. 10. Realizar un trabajo u actividad que te guste: Conectar con cosas que nos gusten, que nos den placer y energía, nos lleva a notar dentro nuestro esa ilusión, que poco a poco podemos ir construyendo. Lo importante no es la meta, es decir conseguir lo que nos mueve, sino ir hacia lo que nos mueve, y nos apasiona. Eso es al final, lo que hace nuestra vida, más interesante. Feliz lunes¡¡¡ Generalmente en cualquier cosa que hagas, sea lo que sea, basarás tus decisiones en las historias que conoces. Las historias son la fuerza que moviliza al mundo, las que nos hacen creer en algo, el motivo por el cual confiamos en alguien... Las grandes leyendas y los ilustres líderes pueden cambiar el mundo de muchos, si es que cuentan una gran historia.
Ahora, ¿Cuál es la historia más importante que influirá en ti a la hora de tomar decisiones? La historia que cuentas de ti mismo. Reflexiona, si te preguntaran ¿Quién eres?, posiblemente contarás una historia; inclusive a ti mismo, en tu mente, harás una semblanza sobre ti. Lo más importante es eso, tú eres lo que crees de tu persona. Depende de ti cómo quieres contar esa historia. Pero ten cuidado, puedes hacerte un camino difícil si crees en la historia equivocada de ti. Pregúntate, ¿cuál es la razón principal por la que aún NO comienzas un negocio? Cualquier respuesta que sea, se encierra en la misma situación que nos hace divagar en las excusas y evitar tomar acción: el miedo a enfrentarte. “Es que no estoy apto para hacerlo”. “No estudié la carrera necesaria”. “No tengo dinero para lograrlo”. “Nadie me va escuchar”. El miedo es un agente destructor que se encarga de derrumbar esa buena historia que sostienes sobre ti. Por este factor, cuentas tu historia de una manera en la que te desmoraliza, que te mantiene inmóvil. Necesitas modificar esta situación, moverte de sitio. Tienes que creer en la persona excepcional que hay en ti, en el ser extraordinario que eres. Hace unos años, creé un programa de entrenamiento llamado “CAMBIA TU HISTORIA”. Y lo que comenzó siendo una exploración de historias a través del “modelo de Niveles Lógicos” de la PNL, ha evolucionado hasta convertirse en un catalizador de cambio en las organizaciones y cambiando la historia en sentido literal, tanto la mía como la de los participantes. Hay dos claves para empoderar tu historia que me gusta recordar siempre: – Si piensas mal, actuarás mal – Si lees, ves, escuchas historias que no te empoderan, basarás tus pensamientos y decisiones en esa información que quedará en tu subconsciente y al final no será un activo para ti Sé selectivo, no te creas cualquier cosa Que tengas un buen fin de semana¡¡¡ A Gregorio Hatero, ingeniero de 53 años se le encendió la bombilla con su método de señalización sonora para mejorar la seguridad en centrales hidráulicas. El es un ejemplo de muchas cosas y no es el único... Me llamó poderosamente la atención el entusiasmo por lo que hace y su pasión por mejorar cada día. Él mismo explica cómo surgió la idea de señalizar mejor dentro de las centrales y que le valió hace ya un tiempo, uno de los premios Novare.
“Todo el equipo de Producción Hidráulica estamos muy concienciados en conseguir “ el objetivo ‘cero accidentes ‘, por ello , todas las ideas o actuaciones que vayan encaminadas a intentarlo, son muy bien recibidas. Pensando en cómo podía aportar, con mi experiencia, algo nuevo para conseguirlo, surgió la idea”. Dicho de un modo coloquial, la señalización inteligente consiste en añadir, a las señales visuales, unas sonoras que evitan que los despistes y la costumbre hagan pasar desapercibidas estas indicaciones claves para la seguridad. La receta para tener ese pensamiento creador, esa actitud innovadora parece sencilla… pero sólo lo parece: “Si la experiencia no resuelve tu problema, tienes que partir siempre de cero y orientar tu pensamiento desde el principio, estudiando cada paso y cada posible solución; es un error pensar que todo está hecho y que todo está inventado. Recorriendo el camino con sensatez y optimismo, seguro que encuentras solución a tu dificultad. Gregorio invita a desarrollar en los chavales jóvenes, en los hijos, ese espíritu rompedor: “Por estos lugares se dice que la necesidad agudiza el ingenio” hay que desarrollar en los chavales que sean capaces por si solos de buscar soluciones a los pequeños inconvenientes que les surgen en sus juegos, felicitándoles por ello y animarlos a que no dejen nunca de ser curiosos, incluso aún cuando dejen de ser niños, en definitiva, hay que plantearse preguntas siempre por todo. Un gran ejemplo y modelo para desterrar la “pereza metal” y crear algo nuevo. Feliz jueves¡¡¡ A estas alturas ya nadie pone en duda la importancia de la fusión entre Capital Intelectual y Capital Emocional para el éxito no solo profesional sino también personal... Kevin Thomson (1998) es su libro “Emotional Capital” propone la siguiente metáfora ilustrativa de los conceptos de capital intelectual y capital emocional. El capital intelectual y el capital emocional, a pesar de ser conceptos en estrecha relación, presentan diferencias. Los “corazones y mentes” son dos caras de la misma moneda.
El capital intelectual es equivalente a una “mente gigante” que solo puede desarrollar su trabajo si dispone de un motor adecuado, “un corazón gigante”, que es el capital emocional. Las emociones están integradas por sentimientos como apatía, confianza, determinación, compromiso, estrés, entusiasmo… Las empresas empiezan a reconocer la importancia del conocimiento emocional. La gestión de las emociones se convertirá en la competencia esencial en las empresas con éxito en los próximos años y ya en estos momentos, afortunadamente estamos dando pasos de gigante. Como Coach, puedo decir que me enorgullezco de mis “clientes empresas” que ya han apostado por hacer de la “gestión de sus emociones” una prioridad, traduciendo estos avances en sus cuentas de resultados. Podemos y debemos hacerlo. Capitalizando nuestras emociones, capitalizamos nuestras mentes y nuestros resultados. Feliz miércoles¡¡¡ |
AutorÁngeles Prol Archivo
Junio 2017
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