Hace ya mucho, mucho tiempo… en un reino muy, muy lejano… había un rey cuyo poder y riqueza eran tan enormes como profunda era la tristeza que cada día le acompañaba. Lo tenía todo y aun así no conseguía ser feliz, siempre sentía que le faltaba algo. Un día, harto de tanto sufrimiento, anunció que entregaría la mitad de su reino a quien consiguiera devolverle la felicidad…
Tras el anuncio, todos los consejeros de la corte comenzaron a buscar una cura. Trajeron a los sabios más prestigiosos, a los magos más famosos, a los mejores curanderos… incluso buscaron a los más divertidos bufones, pero todo fue inútil, nadie sabía cómo hacer feliz a un rey que lo tenía todo. Cuando, tras muchas semanas, ya todos se habían dado por vencidos, apareció por palacio un viejo sabio que aseguró tener la respuesta: “Si hay en el reino un hombre completamente feliz, podréis curar al rey. Solo tenéis que encontrar a alguien que, en su día a día, se sienta satisfecho con lo que tiene, que muestre siempre una sonrisa sincera en su rostro, que no tenga envidia por las pertenencias de los demás… Y cuando lo halléis, pedidle sus zapatos y traedlos a palacio. Una vez aquí, su majestad deberá caminar un día entero con esos zapatos. Os aseguro que a la mañana siguiente se habrá curado”. El rey dio su aprobación y todos los consejeros comenzaron la búsqueda. Pero algo que en un principio parecía fácil, resultó no serlo tanto: pues el hombre que era rico, estaba enfermo; el que tenía buena salud, era pobre; el que tenía dinero y a la vez estaba sano, se quejaba de su pareja, o de sus hijos, o del trabajo… Finalmente se dieron cuenta de que a todos les faltaba algo para ser totalmente felices. Tras muchos días de búsqueda, llegó un mensajero a palacio para anunciar que, por fin, habían encontrado a un hombre feliz. Se trataba de un humilde campesino que vivía en una de las zonas más pobres y alejadas. El rey, al conocer la noticia, mandó buscar los zapatos de aquel afortunado. Les dijo que a cambio le dieran cualquier cosa que pidiera. Los mensajeros iniciaron un largo viaje y, tras varias semanas, se presentaron de nuevo ante el monarca. -Bien, decidme, ¿lo habéis conseguido? ¿Habéis localizado al campesino? -Majestad, tenemos una noticia buena y una mala. La buena es que hemos encontrado al hombre y en verdad que es feliz. Le estuvimos observando y vimos la ilusión en su mirada en cada momento del día. Hablamos con él y nos recibió con una amplia sonrisa y con la alegría reflejada en sus ojos… -¿Y la mala? -preguntó el rey impaciente. -Que no tenía zapatos. Feliz viernes¡¡¡
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Cuenta la historia, que en la sabana africana vivían tres leones muy fieros, jóvenes y de aspecto regio.
Un día el mono, representante elegido por los animales, los convoco a todos una reunión y les dijo: Todos sabemos que el león es el rey de los animales, pero aquí tenemos un problema, actualmente tenemos tres leones, los tres son muy fuertes y jóvenes ¿A cuál de ellos debemos obedecer?, ¿Cuál deberá sustituir al viejo rey muerto?… Los tres leones se enteraron de esta reunión y se decían a sí mismos: Es verdad tienen razón los animales , una selva no puede tener tres reyes, pero los tres leones no deseaban luchar entre sí puesto que habían crecido juntos y eran amigos. Entonces ¿Cómo descubrir quién era el sucesor más adecuado? Y para ello los animales decidieron que los tres leones debían escalar hasta la cima de la Montaña Difícil, y el que llegue primero a la cima será el próximo rey. La Montaña Difícil era muy alta y complicada, sin embargo, los tres leones aceptaron el desafío y todos los animales fueron a despedirlos en su aventura. El primer león intento escalar la montaña y no pudo llegar. El segundo león empezó con mucho entusiasmo, pero tampoco pudo llegar a la cima. El tercero a pesar de todo su esfuerzo bajo sin haberlo logrado. Todos los animales estaban impacientes y curiosos. Si los tres leones fueron derrotados por la Montaña Difícil ¿Cómo elegirían a su rey?. En ese momento una águila grande en edad y en sabiduría le dijo: yo sé quién debe ser nuestro rey, ¿Cómo puedes saberlo tú con tal seguridad? preguntaron los animales; es fácil dijo el águila yo estaba volando cerca de ellos cuando bajaban derrotados de la Montaña, y oí lo que cada uno de ellos dijo en la montaña: El primero de ellos dijo: ¡Montaña, mas has vencido! El segundo león dijo ¡Montaña, reconozco que me has derrotado! y el tercer león dijo: ¡Montaña me has vencido por ahora, pero tú ya llegaste a tu tamaño final y yo aun estoy creciendo! El tercero a pesar de la derrota, tiene mentalidad de vencedor, concluyo el águila… Tú y yo también podemos y debemos, como el tercer león, pensar desde una mentalidad ganadora. En mi trabajo como Coach lo hacemos a diario. Si quieres vivir una nueva experiencia y desarrollar una mentalidad mayor que tus retos, tal vez pueda ayudarte. Reserva una sesión de exploración y juntos iremos más allá de tus límites actuales. Feliz lunes¡¡¡ Paseando por el estanque, la pareja vio a un hombre inmóvil con un sombrero blanco de pescador sentado en un leño.
-¿Qué le pasa?, – preguntó la princesa. -No lo sé muy bien. Empezó así un día que no fue capaz de decidir que caña de pescar debía usar. Le preguntaba a todo el que pasaba, pero unos le decían que empleara una y otros la otra. Después, tampoco supo si debía ponerle cebo fresco o no, ni en qué lado del estanque tenía que sentarse. Pidió la opinión de los demás, pero, en efecto, unos se inclinaron por un cebo y otros por el otro… Algunos le aconsejaron que se sentara aquí, otros allá y los demás no supieron que contestar o les daba igual, o las dos cosas. Empezó a ponerse nervioso y a dar vueltas de un lado a otro. Entonces, les preguntó a los que pasaban si había peces en el agua… aunque ya sabrás que ésta es la tierra de la ilusión y nada es lo que parece. Así unos le dijeron que si, otros que no y al final dejó de preguntar. Lo siguiente que sabemos es que se desplomó en ese tronco y nadie le ha visto moverse desde entonces. Me imagino que la única decisión que tomó fue la de no hacer nada más en su vida. -¿Le ha preguntado alguien por qué creía que todo el mundo sabía mejor que él lo que tenía que hacer?, – preguntó la princesa al tiempo que se le refrescaba la memoria. -Sí, le preguntamos por qué tenía tantos problemas para decidirse y nos contestó que siempre tenía miedo de equivocarse en la elección. -¿Y qué más daba si hubiera sido así? – preguntó la princesa sintiendo pena por el hombre-, ¿se habría acabado el mundo si hubiera elegido la caña negra en vez de la marrón o si hubiera decidido emplear un cebo en lugar del otro aunque hubiera visto más tarde que no era el correcto? En ese momento recordó la veces en las que ella, le había ordenado a un criado que fuera a caballo a entregarle una nota a la reina pidiéndole su opinión sobre lo que debía hacer con esto o con aquello. Luego, le vino a la mente el pergamino con los pros y los contras, y volvió a sentir un malestar bastante familiar. Se dio cuenta de sus nervios a la hora de tomar una decisión por miedo a cometer un error. -Parece más una estatua que un hombre, dijo la princesa. En ese momento pasaron por su mente muchos recuerdos sobre la confusión, la miseria y la desesperación que tanto le habían dominado los días que se quedó en la cama, negándose a salir de ella. -Hay mucha gente por aquí que no vive mejor que él. En realidad, no se sabe quiénes son ni lo que hacen, van saliendo del paso día tras día, preocupándose por esto o por aquello, haciendo un sinfín de locuras e intentando darle sentido a todo…” (Fuente: Extracto del libro “La princesa que creía en los cuentos de hadas”) Feliz viernes¡¡¡ Hace mucho tiempo, un hombre rebuscando entre antiguos objetos de su desván, descubrió un pequeño arcón que guardaba una pieza de tela que perteneció a sus antepasados…
Como en su familia era costumbre usar turbante, pensó que qué mejor manera de honrar a sus ancestros que usando esa maravillosa tela para hacerse uno. Tras varios intentos se dio cuenta que el trozo de tela no era suficiente para hacerse un turbante. Preocupado pensó “O mi cabeza es muy grande o mis antepasados tenían “poca cabeza”. Dado el poco éxito que tuvo para hacerse el turbante, decidió sacarle partido a la pieza de tela y vender su herencia en la habitual subasta de los sábados del mercado. Tras empezar la subasta, el hombre se dio cuenta, con creciente malestar, que el subastador iba cada vez más incrementando el precio de la tela, hablando de su belleza y maravillosa tela. Su desasosiego llegó al límite cuando se dio cuenta que la tela había recibido una de las mayores pujas por parte de un erudito profesor muy conocido por ser una de las personas más intelectuales de la comunidad. “Seguro que este hombre tendrá una cabeza más grande que la mía”, pensó “con lo que tampoco podrá hacerse un turbante con la tela”. Preocupado ante la posibilidad de que el profesor le acusase de intentar engañarle con el verdadero valor de la tela, se acercó a él furtivamente y le susurró al oido: “No vale la pena comprar esa tela”. “¡Es demasiado corta para hacerse un turbante!”. El profesor, sorprendido al escuchar tal afirmación, se giró y le dijó “¿En qué cabeza cabe que quiera hacerme un turbante con esa reliquia?”. “Voy a enmarcar ese maravilloso tapiz y colocarlo en un lugar destacado de mi morada para tener siempre presente la leyenda que lleva bordada”: Todo tiene su valor, pero hay que saber reconocerlo Feliz miércoles¡¡¡ Cuentan que dos marineros que iban navegando por los mares del sur, desembarcaron en una preciosa isla para descansar…
Los habitantes de la isla les recibieron con gran entusiasmo y durante varios días les agasajaron con fiestas. Uno de los días, los marineros decidieron dar un paseo por la isla y se encontraron con una muchacha que estaba lavando ropa en el río. Uno de los marineros se acercó a ella y le preguntó: “¿Cómo te llamas?” La muchacha no respondió. El marinero pensando que no le había escuchado le volvíó a preguntar: “¿Cuál es tu nombre?”. La muchacha se giró y le dijo: “Lo siento no puedo hablar contigo sin estar casada antes”. ” Entonces me casaré contigo”, le respondió el marinero. El otro marinero le dijo: “¡Estás loco!””¡Apenas la conoces!” ” Además hay otras muchachas mucho más bellas que ella”. “Me casaré con ella”, le respondió el amigo “y espero que te quedes para mi boda ya que yo ya no me marcharé”. “Como tu quieras amigo”, le respondió el marinero. Y así se dirigieron a hablar con el padre de la muchacha para pedirla en matrimonio. “Señor”, le dijo el marinero “deseo casarme con su hija” El padre se mostró encantado y le dijo: “forastero si te quieres casar con una de mis hijas tendrás que pagarme una dote de 9 vacas”. “¿con cuál de mis hijas deseas casarte?” “Quiero casarme con la muchacha que lavaba ropa en el río”, le respondió el marinero. Sorprendido ante la elección del marinero ya que sus otras hijas eran mucho más hermosas, le dijo ” en ese caso sólo tendrás que darme 3 vacas “. El marinero le replicó, “Te pagaré las 9 vacas”. Y así fue. El marinero se casó con la muchacha que lavaba ropa en el río y su amigo se quedó a presenciar la boda para posteriormente zarpar de nuevo. Pasado un tiempo el marinero volvío por la isla y decidió ir a vistar a su amigo, Sentía curiosidad por saber cómo le iban las cosas y si seguía casado. Al llegar a la isla, vió a un grupo de hombres y mujeres que iban cantando y bailando. En el centro iba una muer hermosísima con el cabello adornado con unas flores. Se detuvo para contemplar la imagen y ver la belleza de la mujer. Al cabo de un rato encontró a su amigo. Se saludaron con gran entusiasmo y el marinero le preguntó si seguía casado. “¡Por supuesto!”, le dijo él. ” De hecho te habrás cruzado con ella de camino”. El marinero no recordaba haberse cruzado con ella. “Si”, le dijo el amigo. “Hoy es su cumpleaños y están celebrándolo” ¡Era la mujer que iba en el centro bailando!. “¿Cómo es posible?”, le dijo el marinero. “Esa mujer no se parece en nada a la muchacha que yo conocí”. “Muy sencillo”, le contestó el amigo. “Me dijeron que valía 3 vacas y yo la traté como si valiese 9 vacas” Feliz jueves¡¡¡ Hace mucho tiempo, dos jóvenes monjes iniciaron un largo viaje para conocer a un viejo monje cuya sabiduría se decía que era inmensa…
El viaje, era largo y suponía tener que atravesar varias montañas y valles. Durante el viaje los dos jóvenes monjes hablaron de lo contentos que estaban por haber tomado la decisión de dedicarse al mundo espiritual y haber liberado el alma de pesadas cargas que le habían acompañado hasta que decidieron ser monjes. Aquél viaje, no sólo era la búsqueda de su maestro espiritual, sino la confirmación de que habían dejado atrás el mundo material para consagrarse de lleno a su fe. Por eso, para los dos jóvenes monjes, el viaje tenía un significado tan especial. A lo largo del viaje, pasaron la estación de las lluvias con lo que se encontraron el camino lleno de barro y fango. En uno de los caminos se encontraron a dos hermosas y jóvenes muchachas en un paso especialmente dificultoso. Era realmente difícil poder cruzarlo sin llenarse de barro los ropajes. Uno de los monjes al ver a las muchachas dubitativas, le dijo: ” Ven, muchacha. Te ayudaré a cruzar”. Y cogiéndola en brazos, la depositó suavemente al otro lado del camino a salvo del barro. El otro monje, al ver lo que había hecho su amigo, decidió ayudar a la otra muchacha de tal manera que pudiesen seguir su camino. Aquella noche, los dos monjes decidieron parar a descansar en un templo donde les ofrecieron hospitalidad. Cuando estaban descansando, uno de ellos se dirigió al otro diciéndole: “¡Nosotros los monjes no debemos acercarnos a las mujeres!. Especialmente si son jóvenes y hermosas. ¿Por qué cogiste a esa muchacha en brazos?”. “Vaya”, le respondió el otro monje. “Yo dejé a esa muchacha al otro lado del lodazal pero veo que tu todavía la llevas a cuestas” Feliz martes¡¡¡ Cuenta una antigua leyenda que en la Edad Media un hombre muy virtuoso fue injustamente acusado de haber asesinado a una mujer.
En realidad el verdadero autor era una persona muy influyente del reino y por eso desde el primer momento se procuró un chivo expiatorio para encubrir al culpable. El hombre fue llevado a juicio ya conociendo que tendría escasas o nulas posibilidades de escapar al terrible veredicto… la horca!!!!!… El Juez también complotado cuidó no obstante de dar todo el aspecto de un juicio justo, por ello dijo al acusado: “Conociendo tu fama de hombre justo y devoto del Señor vamos a dejar en manos de El tu destino, vamos a escribir en dos papeles separados las palabras culpable e inocente Tu escogerás y será la mano del Dios la que decida tu destino.” Por supuesto el mal funcionario había preparado dos papeles con la misma leyenda CULPABLE y la pobre víctima aún sin conocer los detalles se daba cuenta que el sistema propuesto era una trampa. No había escapatoria. El Juez conminó al hombre a tomar uno de los papeles doblados. Este respiró profundamente, quedó en silencio unos cuantos segundos con los ojos cerrados y cuando la sala comenzaba ya a impacientarse abrió los ojos y con una extraña sonrisa tomo uno de los papeles y llevándolo a su boca lo engullo rápidamente. Sorprendidos e indignados los presentes le reprocharon airadamente: “Pero qué hizo??? Y ahora??? Cómo vamos a saber el veredicto?” “Es muy sencillo, respondió el hombre. Es cuestión de leer el papel que queda y sabremos lo que decía el que me tragué”. Con rezongos y bronca mal disimulada debieron liberar al acusado y jamás volvieron a molestarlo. Feliz lunes¡¡¡ |
AutorÁngeles Prol Archivo
Junio 2017
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