Un hombre tomaba cada día el autobús para ir al trabajo. Una parada después, una anciana subía al autobús y se sentaba al lado de la ventana. La anciana abría una bolsa y durante todo el trayecto, iba tirando algo por la ventana. Siempre hacía lo mismo y un día, intrigado, el hombre le preguntó qué era lo que tiraba por la ventana.
– ¡Son semillas! – le dijo la anciana. – ¿Semillas? ¿Semillas de qué? – De flores, es que miro afuera y está todo vacío… Me gustaría poder viajar viendo flores durante todo el camino. ¿Verdad que sería bonito?. – Pero las semillas caen encima del asfalto, las aplastan los coches, se las comen los pájaros… ¿Cree que sus semillas germinarán al lado del camino? – Seguro que sí. Aunque algunas se pierdan, algunas acabarán en la cuneta y, con el tiempo, brotarán. – Pero… Tardarán en crecer, necesitan agua… – Yo hago lo que puedo hacer. ¡Ya vendrán los días de lluvia! La anciana siguió con su trabajo… Y el hombre bajó del autobús para ir a trabajar, pensando que la anciana había perdido un poco la cabeza. Unos meses después… yendo al trabajo, el hombre, al mirar por la ventana, vio todo el camino lleno de flores… ¡Todo lo que veía era un colorido y florido paisaje! Se acordó de la anciana, pero hacía días que no la había visto. Preguntó al conductor: – ¿Qué hay de la anciana de las semillas? – Pues, ya hace un mes que murió. El hombre volvió a su asiento y siguió mirando el paisaje. – “Las flores han brotado, se dijo, pero ¿de qué le ha servido su trabajo?. No ha podido ver su obra”. De repente, oyó la risa de una niña pequeña que señalaba entusiasmada las flores… ¡Mira papá! ¡Mira cuantas flores! ¿Verdad que no hace falta explicar mucho el sentido de esta historia? La anciana de nuestra historia había hecho su trabajo y dejó su herencia a todos los que la pudieran recibir, a todos los que pudieran contemplarla y ser más felices. Dicen que aquel hombre, desde aquel día, hace el viaje de casa al trabajo con una bolsa de semillas. Fuente:http://pensamientocritico.wordpress.com/2013/03/21/las-semillas/ Feliz jueves¡¡¡
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Un hombre tomaba cada día el autobús para ir al trabajo. Una parada después, una anciana subía al autobús y se sentaba al lado de la ventana. La anciana abría una bolsa y durante todo el trayecto, iba tirando algo por la ventana. Siempre hacía lo mismo y un día, intrigado, el hombre le preguntó qué era lo que tiraba por la ventana.
– ¡Son semillas! – le dijo la anciana. – ¿Semillas? ¿Semillas de qué? – De flores, es que miro afuera y está todo vacío… Me gustaría poder viajar viendo flores durante todo el camino. ¿Verdad que sería bonito?. – Pero las semillas caen encima del asfalto, las aplastan los coches, se las comen los pájaros… ¿Cree que sus semillas germinarán al lado del camino? – Seguro que sí. Aunque algunas se pierdan, algunas acabarán en la cuneta y, con el tiempo, brotarán. – Pero… Tardarán en crecer, necesitan agua… – Yo hago lo que puedo hacer. ¡Ya vendrán los días de lluvia! La anciana siguió con su trabajo… Y el hombre bajó del autobús para ir a trabajar, pensando que la anciana había perdido un poco la cabeza. Unos meses después… yendo al trabajo, el hombre, al mirar por la ventana, vio todo el camino lleno de flores… ¡Todo lo que veía era un colorido y florido paisaje! Se acordó de la anciana, pero hacía días que no la había visto. Preguntó al conductor: – ¿Qué hay de la anciana de las semillas? – Pues, ya hace un mes que murió. El hombre volvió a su asiento y siguió mirando el paisaje. – “Las flores han brotado, se dijo, pero ¿de qué le ha servido su trabajo?. No ha podido ver su obra”. De repente, oyó la risa de una niña pequeña que señalaba entusiasmada las flores… ¡Mira papá! ¡Mira cuantas flores! ¿Verdad que no hace falta explicar mucho el sentido de esta historia? La anciana de nuestra historia había hecho su trabajo y dejó su herencia a todos los que la pudieran recibir, a todos los que pudieran contemplarla y ser más felices. Dicen que aquel hombre, desde aquel día, hace el viaje de casa al trabajo con una bolsa de semillas. Fuente:http://pensamientocritico.wordpress.com/2013/03/21/las-semillas/ Feliz jueves¡¡¡ Voy andando por un sendero. Dejo que mis pies me lleven.
Mis ojos se posan en los árboles, en los pájaros, en las piedras. En el horizonte se recorte la silueta de una ciudad. Agudizo la mirada para distinguirla bien. Siento que la ciudad me atrae… Sin saber cómo, me doy cuenta de que en esta ciudad puedo encontrar todo lo que deseo. Todas mis metas, mis objetivos y mis logros. Mis ambiciones y mis sueños están en esta ciudad. Lo que quiero conseguir, lo que necesito, lo que más me gustaría ser, aquello a lo cual aspiro, o que intento, por lo que trabajo, lo que siempre ambicioné, aquello que sería el mayor de mis éxitos. Me imagino que todo eso está en esa ciudad. Sin dudar, empiezo a caminar hacia ella. A poco de andar, el sendero se hace cuesta arriba. Me canso un poco, pero no me importa. Sigo. Diviso una sombra negra, más adelante, en el camino. Al acercarme, veo que una enorme zanja me impide mi paso. Temo… dudo. Me enoja que mi meta no pueda conseguirse fácilmente. De todas maneras decido saltar la zanja. Retrocedo, tomo impulso y salto… Consigo pasarla. Me repongo y sigo caminando. Unos metros más adelante, aparece otra zanja. Vuelvo a tomar carrera y también la salto. Corro hacia la ciudad: el camino parece despejado. Me sorprende un abismo que detiene mi camino. Me detengo. Imposible saltarlo. Veo que a un costado hay maderas, clavos y herramientas. Me doy cuenta de que está allí para construir un puente. Nunca he sido hábil con mis manos… Pienso en renunciar. Miro la meta que deseo… y resisto. Empiezo a construir el puente. Pasan horas, o días, o meses. El puente está hecho. Emocionado, lo cruzo. Y al llegar al otro lado… descubro el muro. Un gigantesco muro frío y húmedo rodea la ciudad de mis sueños… Me siento abatido… Busco la manera de esquivarlo. No hay caso. Debo escalarlo. La ciudad está tan cerca… No dejaré que el muro impida mi paso. Me propongo trepar. Descanso unos minutos y tomo aire… De pronto veo, a un costado del camino un niño que me mira como si me conociera. Me sonríe con complicidad. Me recuerda a mí mismo… cuando era niño. Quizás por eso, me animo a expresar en voz alta mi queja: -¿Por qué tantos obstáculos entre mi objetivo y yo? El niño se encoge de hombros y me contesta: -¿Por qué me lo preguntas a mí? Los obstáculos no estaban antes de que tú llegaras… Los obstáculos los trajiste tú. Autor: Jorge Bucay Feliz miércoles¡¡¡ Se cuenta lo siguiente de un viejo ermitaño, que se refugiaba en la soledad del desierto, para dedicarse a la oración y a la penitencia…
Se quejaba muchas veces que tenía demasiado que hacer. La gente preguntó cómo era eso de que en la soledad tuviera tanto trabajo. Les contestó: “Tengo que domar a dos halcones, entrenar a dos águilas, mantener quietos a dos conejos, vigilar una serpiente, cargar un asno y someter a un león”. No vemos ningún animal cerca de la cueva donde vives. ¿Dónde están todos estos animales? Entonces el ermitaño dio una explicación que todos comprendieron. Porque estos animales los tienen todos los hombres, ustedes también. Los dos halcones, se lanzan sobre todo lo que se les presenta, bueno y malo. Tengo que domarlos para que sólo se lanzan sobre una presa buena, son mis ojos. Las dos águilas con sus garras hieren y destrozan. Tengo que entrenarlas para que sólo se pongan al servicio y ayuden sin herir, son mis dos manos. Y los conejos quieren ir adonde les plazca, huir de los demás y esquivar las cosas difíciles. Tengo que enseñarles a estar quietos aunque haya un sufrimiento, un problema o cualquier cosa que no me gusta, son mis dos pies. Lo más difícil es vigilar la serpiente aunque se encuentra encerrada en una jaula de 32 varillas. Siempre está lista por morder y envenenar a los que la rodean apenas se abre la jaula, si no la vigilo de cerca, hace daño, es mi lengua. El burro es muy obstinado, no quiere cumplir con su deber. Pretende estar cansado y no quiere llevar su carga de cada día, es mi cuerpo. Finalmente necesito domar al león, quiere ser el rey, quiere ser siempre el primero, es vanidoso y orgulloso, es mi corazón. Feliz viernes¡¡¡ El más puro de los caballeros que sirvió a Arturo fue Galahad, a pesar de tener en común con el rey el hecho de haber sido concebido fuera del matrimonio…
Aunque el hecho de que Galahad fuese hijo natural de Lancelot, no conllevaba estigma alguno, cuando llego el día en que debía convertirse en paladín de una dama de la corte, el rey Arturo se opuso y manifestó su descontento. – “No permitiré que seas el paladín de ninguna dama noble”, declaró Arturo. Galahad se ruborizó y tartamudeó:- “Pero mi señor, todo caballero debe servir a una dama para demostrarle la pureza de su amor”. “¿Qué sabes tú del amor?” Preguntó Arturo de una manera tan incisiva que Galahad se ruborizó todavía más intensamente. “Si estás tan ansioso de luchar por una dama, te presentaré a tres para que escojas”. El rey mandó llamar inmediatamente a Margaret, una vieja lavandera de cabello cano y con verrugas en la nariz. “¿Le servirás a ella por amor, gentil caballero?, -le preguntó Arturo. La confusión de Galahad fue enorme. “No comprendo mi señor” murmuró. Arturo lo miró fijamente e hizo salir a la mujer. “Traigan a otra”, ordenó. Esta vez trajeron a una niña recién nacida. “Si Margaret te pareció demasiado vieja y fea, entonces ¿Qué piensas de esta dama? Es de noble cuna y no puedes negar su hermosura”. Aunque no había duda de que la niña era muy hermosa, la confusión de Galahad, iba en aumento. Sacudió la cabeza. “Este amor del que hablas es un amor difícil de complacer” dijo Arturo. Mandó llamar a una tercera dama, y esta vez entró Arabela, una preciosa niña de doce años. Galahad la miró y trato de reprimir la ira. “Mi señor, es apenas una jovencita y mi media hermana”, dijo. “Pediste una dama a la cual servir” dijo Arturo, “y he sido lo bastante generoso como para presentarte a tres. Ahora debes decidir”. Galahad, estaba aturdido. “¿Por qué te burlas de mí, de ese modo?”, preguntó. Arturo hizo un gesto con la mano, y en pocos minutos, salió todo el mundo del gran salón y ellos dos quedaron solos. “No me burlo de ti”, le dijo. “Trato de mostrarte algo que aprendí de mi maestro Merlín”. Galahad alzó los ojos y vio que el ceño de Arturo se había suavizado. “Mis caballeros dicen servir a sus damas por amor”, prosiguió el rey, “y, a pesar de sus votos de amar castamente, la mayoría de las veces sienten pasión por aquellas a quienes sirven, ¿no es verdad?, Galahad asintió. “Y cuanto más grande es su pasión por las damas, mayor es su celo de servirles, ¿verdad?, preguntó Arturo. El joven caballero asintió de nuevo. “Merlín me enseñó otra forma de amar”, dijo Arturo. “Piensa en la anciana, en la niña recién nacida y en la jovencita que es tu hermana. Todas ellas son manifestaciones de lo femenino, y en la medida en que esas formas cambian, lo que llamas amor, cambia con ellas. Cuando dices que estás enamorado, lo que realmente estás diciendo es que has satisfecho una imagen que llevas dentro. “Así es como comienza el apego, con la inclinación por una imagen. Podrías afirmar que amas a una mujer, pero si ella llegara a traicionarte con otro hombre, tu amor se trocaría en odio. ¿Por qué? Porque tu imagen interior ha sido mancillada y, puesto que ésa era la imagen que amabas, el hecho de que haya sido traicionada, te provoca ira”. “¿Qué puedo hacer al respecto?”, preguntó Galahad. “Mira más allá de tus emociones, las cuales cambiarán constantemente y pregúntate que hay detrás de la imagen. Las imágenes son fantasías que existen para protegernos de algo que no deseamos enfrentar. En este caso se trata del vacío. A falta de amor por ti mismo, creas una imagen para tapar el vacío. De allí, el intenso dolor que causa un rechazo o una traición en el amor, porque deja expuesta la herida abierta de tu propia necesidad”. “El amor, es considerado como algo muy hermoso y elevado”, se lamentó Galahad, “no obstante, tú lo haces sonar como algo horrible”. Arturo sonrió. “Lo que suele considerarse amor, puede tener consecuencias terribles, pero ese no es el final de la historia. El amor tiene un secreto. Merlín me lo contó hace muchos años, como yo te lo confío ahora: Cuando puedas amar a una anciana, a una niña y a una jovencita de la misma manera, serás libre para amar más allá de la forma. Entonces se desatará dentro de ti la esencia del amor, que es una fuerza universal. Y dejarás de sentir apego -el llamado silencioso, al cual obedece el amor”. Autor: Deepak Chopra Feliz lunes¡¡¡ Había una vez un país donde todos, durante muchos años, se habían acostumbrado a usar muletas para andar.
Desde su más tierna infancia, todos los niños eran enseñados debidamente a usar sus muletas para no caerse, a cuidarlas, a reforzarlas conforme iban creciendo, a barnizarlas para que el barro y la lluvia no las estropeasen… Pero un buen día, un sujeto inconformista empezó a pensar si sería posible prescindir de tal aditamento. En cuanto expuso su idea, los ancianos del lugar, sus padres y maestros, sus amigos, todos le llamaron loco: “Pero, ¿a quién habrá salido este muchacho?, ¿no ves que, sin muletas, te caerás irremediablemente? ¿Cómo se te puede ocurrir semejante estupidez?”. Pero nuestro hombre seguía planteándose la cuestión. Se le acercó un anciano y le dijo: “¿Cómo puedes ir en contra de toda nuestra tradición? Durante años y años, todos hemos andado perfectamente con esta ayuda. Te sientes más seguro y tienes que hacer menos esfuerzo con las piernas: es un gran invento. Además, ¿cómo vas a despreciar nuestras bibliotecas donde se concreta todo el saber de nuestros mayores sobre la construcción, uso y mantenimiento de la muleta? ¿Cómo vas a ignorar nuestros museos donde se admiran ejemplares egregios, usados por nuestros próceres, nuestros sabios y mentores?”. Se le acercó después su padre y le dijo: “Mira, niño, me están cansando tus originales excentricidades. Estás creando problemas en la familia. Si tu bisabuelo, tu abuelo y tu padre han usado muletas, tú tienes que usarlas porque eso es lo correcto”. Pero nuestro hombre seguía dándole vueltas a la idea, hasta que un día se decidió a ponerla en práctica. Al principio, como le habían advertido, se cayó repetidamente. Los músculos de sus piernas estaban atrofiados. Pero, poco a poco, fue adquiriendo seguridad y, a los pocos días, corría por los caminos, saltaba las cercas de los sembrados y montaba a caballo por las praderas”. Nuestro hombre del cuento había llegado a ser él mismo. Fuente : http://senderodelmago.blogspot.com.es/ Feliz martes¡¡¡ Una hoja, que estaba bien sujeta a la rama de una árbol, un día al ser calentada por los rayos del sol, comenzó a tomar consciencia de Ser y de su existencia. Al mirar a su alrededor, pudo contemplar la magnitud de la creación que le acompañaba, el sol, las nubes, la tierra verde, las montañas, donde ella estaba sujeta a la rama, y de ahí continuo al tronco bien plantado en la tierra…
Era muy feliz con lo que tenia sintiendo su seguridad en las raíces del árbol, sentía el calor del sol en su cuerpo, ((como el aire la mecía)) veía el baile de las mariposas y los pájaros cantar; se posaban en su rama y cuando echaban a volar ese mecer de la rama donde ella estaba la hacía sentir la libertad que ellos tenían… se preguntaba: que se podrá ver más allá? estaba excitada de alegría de cada pajarillo que se apoyaba en su rama, por la emoción que sentía al movimiento rítmico cuando se echaba a volar… y ahí comenzó su sueño… Se dormía soñando quería tener alas como los pájaros deseando despertar y ver volar a las mariposas, volaba en la imaginación cada vez que la rama se agitaba cerraba los ojos y se dejaba llevar por la sensación de liviandad que le producía.. Y así paso el verano, las tardes se iban haciendo más cortas notaba que los rayos del sol que la hicieron despertar ya no calentaban tanto, asombrada comenzó a ver como cambiaba su vestido de una tonalidad verde se iba coloreando con un rojizo y mirando a su alrededor vio asombrada como el paisaje que se erguía con su mismo tono verde en todo su entorno tiempo atrás, también se tornaba rojo no sabía porque pero le gustaba ese nuevo vestido que la naturaleza le había regalado. Miraba las demás hojas pero no les notaba que se movieran con la misma vida que lo hacia ella, estaban serias, casi no parpadeaban no tenían la alegría que manifestaba en su colorido; Un día de lluvia al despertar como otros muchos, hizo un balance a su alrededor observando, se sintió más sola de lo normal, faltaban hojas a su alrededor, oh!! donde se abrían ido..? si todas estaban sujetas a las ramas, como podían haberse movido, habrían realizado su sueño.. podrían volar?? Y cuál fue su sorpresa cuando miro al suelo y las vio allí tendidas cubriendo como un manto el suelo habían cambiado de color… estaban amarillas no se movían.. Las mariposas ya no la iban a visitar, los pájaros que tanto cantaban en su rama ahora se formaban en grupos, se comentaba algo de un largo viaje… cruzando el mar… que sería el mar ?? buscando el sol, el calor… seguían comentando los pajarillos y ante su curiosidad les pregunto..: Donde vais? porque os estáis formando en grupos para viajar, que es el mar? entonces la respondió: El mar es inmenso, es una llanura infinita de agua.. hasta donde tus ojos alcanzan a mirar y más; volamos buscando las tierras más cálidas que se encuentran al otro lado del océano. Qué nostalgia de repente invadió su pequeño cuerpecito… se iban.. y que iba a hacer ella estaba asustada, pedía con todas sus fuerzas que su sueño se hiciera realidad quería volar, ella también quería cruzar el océano a tierras cálidas encontrar más hojas con las que compartir. Llego la noche, mirando el cielo cubierta por un manto de estrellas pedía… pedía, y así… se quedo dormida pidiendo que su sueño se hiciera realidad; pero cuál fue su sorpresa al despertar: oh!! que está pasando.. su cuerpecito que siempre había estado sujeto con firmeza a la rama que le daba seguridad, comenzaba a soltarse.. podía ver como mas de la mitad de su base estaba separada ya… sentía cual era su final.. yacer inerte, inmóvil, como el resto de las hojas.. ese era su fin… para que servía pedir.. nadie la escuchaba.. se estaba soltando para caer al vacío… y se abandono a su suerte. Ese día casi no sonrió a los pocos pajarillos que quedaban, ya no quería sentir esa libertad.. para que iba a soñar.. ella sabía perfectamente cuál era su destino y así se durmió.. dejándose llevar una vez más por la cálida sensación de ese sueño en el que volaba libre, una lagrima se deslizo por su vestido que empezaba a tornarse amarillo, se quedo mirando la poca sujeción que le quedaba a la rama, no sabía si despertaría así… o yacería en el suelo… Pero decidió dar las gracias por todo lo que había vivido, por todo lo que había podido sentir…. la lluvia deslizarse sobre ella, el calor de los rayos del sol por la mañana, el aire fresco, el baile de las mariposas y los pájaros.. sus amigos que fueron el inicio de su sueño.. y así con una sonrisa en sus labios se quedo dormida feliz.. muy feliz por todo lo que había vivido. Mientras tanto… la magia de la naturaleza había sido participe de todo su soñar, siempre atenta a todos sus hijos… no hay nada que a ella se le escape, la miro.. y miro en su corazón.. que resplandecía de bondad y gratitud.. aun sabiendo del destino que la aguardaba se sentía feliz y agradecida, miro en sus anhelos más profundos y vio que su mayor deseo era volar.. se hacía de día.. sus pies de hoja se soltaban por instantes de la rama, esa rama que había sido su sujeción durante toda su vida ahora dejaba de serlo.. se soltaba y no podía hacer nada, pero así tenía que ser la vida continuaba es parte del ciclo y a él se entrego. Al alba, cuando el primer rayo de sol toco su cuerpo la pequeña sujeción que tenia se soltó…. comenzó a caer era consciente estaba despierta, su mirada estaba al cielo sintiendo esa sensación que anhelaba era feliz… volaba… En ese momento solo sentía gratitud en la pureza de su corazón, estaba feliz por los pájaros sus amigos por lo menos podrían realizar su sueño… De repente, un soplo de viento comenzó a sujetarla, un cálido escalofrío recorrió su tallo y un volcán de sensaciones en una explosión de colores inundo todo su cuerpo de hoja, la madre en una inmensa compasión que la envuelve y el amor por todos sus hijos decidió regalarla ese soplo de luz y de creación, el viento paro.. se dio cuenta que podía volar donde sentía que quería ir se movía, iba sin más se dirigía hacia el cielo, sus movimientos eran gráciles y sutiles, hacia arriba hacia abajo de repente vio que la empezaron a rodear, eran sus amigos los pájaros, podía volar… !!! su sueño hecho realidad y voló… lejos hasta cruzar el mar.. en completa LIBERTAD!!! En una reflexión se dio cuenta, que las cosas nunca son lo que parecen, a veces aunque se vean las cosas que llegan a su fin… que todo se termina.. eso solo es el inicio, el principio de otras !!! y si confiamos con todas nuestras fuerzas y seguimos nuestros sueños creyendo en ellos, se harán realidad, porque nada es para siempre, todo está sujeto a cambios en la impermanencia… SAT NAM WAHE GURU Fuente: http://hermandadblanca.org Feliz jueves¡¡¡ En una pequeña y pacífica aldea, vive un sabio. Un día, de pronto, todas las gallinas caen muertas. Entonces los aldeanos van a ver al sabio y le preguntan:
-¿Qué dice usted de esto, es una maldición? -No -responde el sabio- es algo bendito. No puedo decirles por qué, pero es para nuestro bien. Los aldeanos se van refunfuñando, diciendo que el sabio ya envejeció demasiado… Al día siguiente todos los perros se desploman, paralizados. Los aldeanos regresan a ver al sabio. -¿Y ahora, díganos, esto es bueno o es malo? -¡Es bueno! Al tercer día, todos los fuegos se apagan. No funcionan las cocinas, ni los hornos para el pan, ni las calefacciones, no pueden encender una antorcha. Corren otra vez a la choza del sabio. -¡Ahora sí que es verdaderamente una maldición! -¡No, es para nuestro bien! – ¿Cómo puede decir que es bueno que nuestras gallinas mueran, los perros se paralicen y los fuegos se apaguen? ¡Se ha vuelto loco, ya no creemos en usted! En ese momento una banda de bandidos pasa cerca de la aldea. Todos los aldeanos se aterran pensando que serán robados. Se ocultan reteniendo lo más que pueden su respiración. Pero el jefe de los ladrones observa las calles vacías y dice: “No hay gallinas, no hay perros, no sale humo de las chimeneas, aquí no vive nadie. Vámonos”… Y es así como los aldeanos se salvan de una muerte segura. Autor: Alejandro Jodorowsky Feliz viernes¡¡¡ Una tarde, Rabiya —una famosa mística sufí— estaba buscando algo en la calle, junto a su pequeña choza. Se estaba poniendo el sol y la oscuridad descendía poco a poco. La gente fue congregándose, y le preguntaron:
—¿Qué haces? ¿Qué se te ha perdido? ¿Qué estás buscando? Ella contestó: —Se me ha perdido la aguja. La gente dijo: —Se está poniendo el sol y va a resultar muy difícil encontrar la aguja, pero vamos a ayudarte. ¿Dónde se te ha caído exactamente? Porque la calle es grande y la aguja pequeña. Si sabemos exactamente dónde se ha caído resultará más fácil encontrarla. Rabiya contestó: —Más vale que no me preguntéis eso, porque en realidad no se ha caído en la calle, sino en mi casa. La gente se echó a reír y dijo: —¡Ya sabíamos que estabas un poco loca! Si la aguja se ha caído en tu casa, ¿por qué la estamos buscando en la calle? Rabiya replicó: —Por una razón tan sencilla como lógica: en la casa no hay luz y en la calle aún queda un poco de luz. La gente volvió a reírse y se dispersaron. Rabiya los llamó y dijo: —¡Escuchadme! Eso es lo que hacéis vosotros. Yo me limitaba a seguir vuestro ejemplo. Os empeñáis en buscar la dicha en el mundo exterior sin plantear la pregunta fundamental: «¿Dónde la has perdido?». Y yo os digo que la habéis perdido dentro. La buscáis fuera por la sencilla y lógica razón de que vuestros sentidos están abiertos hacia el exterior: hay un poco más de luz. Vuestros ojos miran hacia fuera, vuestros oídos escuchan hacia fuera, vuestras manos se tienden hacia fuera; por eso estáis buscando fuera. Por lo demás os aseguro que no la habéis perdido ahí, y lo digo por experiencia propia. Yo también he buscado fuera durante muchas, muchas vidas, y el día que miré dentro me llevé una sorpresa. No hacía falta buscar y registrar; siempre había estado dentro. La dicha es tu núcleo más íntimo. El placer se lo tienes que pedir a otros, y naturalmente te haces dependiente. La dicha te hace el amo. La dicha no es algo que te ocurre; ya está ahí. Autor: Osho Feliz martes¡¡¡ ejos de aquí, allá en el tiempo de las leyendas, en ese tiempo vivió Indio Errante. Iba de acá para allá a su antojo, y cada vez que regresaba al poblado todo el mundo estaba ansioso por oír las noticias y los relatos que traía de otros lugares y otras gentes. Indio Errante les hablaba de ríos inmensos, repletos de peces, y de la selva virgen y de la pampa. Le cosían a preguntas y le escuchaban con gran atención…
dd Pero un día no quisieron creerle por mucho que se esforzara en explicarles lo que había oído. Fue el día en que les habló de unas tierras lejanas del norte en las que reinaba un clima extraño, allá las hojas de los árboles no siempre eran verdes, durante un cierto tiempo -decía- empezaban a amarillear, se convertían en rojizas y, más tarde, parecía que alguien hubiera derramado una inmensa jarra de miel por el paisaje. Entonces, no tardaba en llegar la nieve, o bien empezaba a llover y el agua caía y caía sin parar, hasta que de las yemas de los árboles nacían pequeñas hojas, de un verde brillante. Y es que en el poblado nunca habían visto hojas de color de otoño. Cuando el Gran Señor del frío empezaba a fumar con su pipa de hielo, los árboles y matorrales todavía estaban verdes, y él fumaba y fumaba y el humo se iba alzando y el cielo se llenaba de nubarrones grises y tupidos. Entonces, se oía el silbido de los vientos helados que llegaban y, de repente, el mal tiempo invadía aquel rincón del mundo. Las hojas verdes y tiernas, se desprendían y eran arrastradas lejos. La hierba quedaba escondida por la nieve. El río cubierto por el hielo. Los seres humanos se abrigaban bien, cubriéndose con pieles y no podían dejar de atizar el fuego para protegerse del frío del largo invierno. Por eso les costaba tanto creer lo que explicaba su amigo trotamundos, cuando les hablaba de aquel fenómeno que la gente del Norte llamaba “otoño”. -“Jura por tu honor que nos traerás el otoño” –le pidieron. Y les prometió que lo haría. Pasaron los meses e, incluso, años. Indio Errante viajó de acá para allá preguntando a todo el que se cruzaba en su camino cómo podía hacer para llevar el otoño a su poblado; pero nadie sabía responderle. Su cabeza se cubrió de plata y sus pies le seguían a duras penas. Pero él nunca olvidó su promesa. Un día, a finales de verano de vete a saber cuándo, llegó a un lugar desconocido, en el que no crecía ni una brizna de hierba ni tampoco se oían pájaros. Unas cuantas piedras mal amontonadas indicaban el inicio de una estrecha senda. La siguió y, tras mucho caminar, llegó hasta una cueva. Sentado sobre una piedra vio un gigante cubierto de pieles. En sus manos vio una gran pipa de hielo. Cuando el gigante vio acercarse al vagabundo, gritó: – ¡Debería castigarte por haberte atrevido a llegar hasta aquí! ¡Yo soy el Gran Señor del Frío! Sé lo que buscas y sólo yo podré decirte lo que tienes que hacer. Pero primero piensa si te vale la pena: ¡mis consejos te costarán la vida! Indio Errante respondió:
Reunió todas las fuerzas que le quedaban para poder moverla y debajo de ella descubrió un chorro de agua que manaba clara pero rojiza. Indio Errante no dudó ni un momento. Se arrodilló, acercó sus manos al agua y bebió. Bebió lentamente. Luego, se puso en pié y se quedó allí, clavado en el suelo sin poder dar un solo paso. Sus pies quedaron algo hundidos en la tierra, como si fuesen raíces. Se miró las manos dándose cuenta de que se estaban convirtiendo en ramas, ramas con nudillos y retorcidas, y de las ramas salieron hojas. Así, junto a la fuente, apareció un pequeño árbol de hojas rojizas, que brillaban como rubíes. El viento había amainado. Sólo se oía el suave murmullo de una brisa ligera. Las nubes, antes amenazado-res, paseaban ahora por el cielo como cigüeñas blancas en vuelo. Las gentes del poblado salieron extrañadas y, enseguida vieron al pequeño árbol de hojas rojizas. Y dijeron: – Indio Errante ha cumplido su promesa. Ha traído el otoño al poblado. Fuente: (Cuento de América del Sur, en: T. Duran; N .Ventura Setzevoltes) Feliz miércoles¡¡¡ |
AutorÁngeles Prol Archivo
Junio 2017
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