La música, aumenta la energía muscular y molecular; influencia el latido del corazón; altera el metabolismo; reducen el dolor; acelera la recuperación en personas enfermas; ayuda en la descarga de emociones; estimula la creatividad, la sensibilidad y el pensamiento… La música es un medio de comunicación como lo es el lenguaje. Al igual que en el lenguaje, donde las distintas características están localizadas en diferentes partes del cerebro, en la música ocurre lo mismo, es decir, que por ejemplo, la melodía y los tonos se localizan preferentemente en el hemisferio derecho.
Pero, sin duda, el efecto más potente de la música es el emocional. Las emociones humanas se encuentran en el sistema límbico, concretamente en la amígdala. La música, cuando es percibida, primero es analizada por las áreas auditivas de nuestro cerebro, pero curiosamente nuestro sistema neuronal se conecta también de forma automática a los núcleos de la emoción. Esa es la razón por la cual, la música es un fuerte modulador emocional y por eso también asociamos canciones a personas o a recuerdos concretos. Es común pensar que cuando estas triste, si escuchas música “triste” aún lo estarás más y al revés, si estas contento/a y escuchas música alegre, pues aún estarás más alegre. Pues bien, esto es cierto a medias. Es cierto que las notas tristes nos entristecen, pero la música triste tiene otra función, alegrarnos. Cuando estamos tristes y nos ponemos a escuchar música, solemos elegir música acorde con nuestro estado de ánimo, es decir, triste. No es que tengamos ganas de estar aún más tristes, sino que de forma inconsciente estamos equilibrando nuestras emociones. Veamos porque. La música en general, nos provoca una liberación de dopamina (hormona del placer), pero no todas las canciones provocan que se libere la misma cantidad de dopamina, no es lo mismo nuestra canción favorita, que una que no nos gusta. Pues bien, esa liberación de dopamina, se produce en el momento álgido de la canción, como es obvio, pero curiosamente, unos segundos antes de ese momento se produce una primera descarga de dopamina relacionada con la anticipación, es decir, porque sabemos que se acerca ese punto álgido. En ese momento se activa una zona llamada núcleo accumbens, que es la responsable de la euforia, la sensación de placer y las adicciones. Por lo tanto, cuando estamos tristes y elegimos música triste, lo que estamos haciendo es regular nuestro estado emocional, ya que aunque estemos escuchando ese tipo de música, la realidad es que en nuestro cerebro se está produciendo un reequilibrio emocional. Y tú, ¿utilizas la música para cambiar tu estado emocional de forma consciente? Feliz martes¡¡¡
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Junio 2017
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